26 de marzo de 2012

das kabinett des Doktor Caligari





Visión del alma atormentada. Lealtad impuesta por un poder que sobrepasa la línea de la razón y rige destinos inocentes hacia su trágico fin. El horror ante un escenario de muerte y desolación, de causas fabricadas y recuerdos sin mañana. El arte como eterno refugio de expresión humana, revela en esta ocasión estados alterados que invocan la realidad respecto del propio ser.

Du Musst Caligari Werden
El origen de “Das Kabinett…” es la suma de recuerdos marcados. Cuenta Hans Janowitz que una noche de 1913 asistió a una feria en Hamburgo. Quedó prendado de una bella mujer cuyo rastro siguió hasta perderse en la negrura de un bosque. No estaban solos. Una extraña sombra también había reparado en la joven y acechaba. En la mañana una noticia trágica lo alarmó sobremanera, “Horrible crimen sexual en Holstenwall. La joven Gertrude… asesinada”. Tenía la corazonada de que se trataba de la misma a quien nunca pudo conocer.
Carl Mayer afrontó una vida llena de carencias pero desarrolló sus habilidades escénicas en teatros de campaña donde había que buscar el sustento. En el lapso bélico del cual fue partícipe había desarrollado una extraña aversión contra los psiquiatras encargados de evaluar su estado mental.
Sus destinos coincidieron en Berlín donde, motivados por su espíritu creativo, decidieron poner en marcha un guion adaptado al arte cinematográfico. El protagonista se inspiró en “Cartas desconocidas" de Stendhal, donde el autor narra su encuentro con un oficial llamado Caligari durante su paso por la Scala de Milán.

Holstenwall dibuja un paisaje natural nulo. Lejos de maldecir el limitado uso del color a una escala de blancos y negros, se aprovechan sus posibilidades para configurar un lenguaje visual amenazante. El escenario artificial poblado de líneas oblicuas con rumbo dispar, gráfica asimétrica que atenta toda noción de equilibrio. Están en el monte y las casas, en los faroles y las escaleras. Paredes blancas y trazos negros acentúan la distorsión de aquella realidad íntima. Pareciera que dicho ambiente le pertenece solo al hipnotista y su sonámbulo, mas es ajeno al gentío intrigado por esa mezcla de temor y risas nerviosas ante lo desconocido. 


Ambos tienen la cualidad de armonizar con aquel paraje ferial cuyo espectáculo central presenta al vaticinador de destinos. Una premonición, “morirás al amanecer”, transforma el éxtasis inicial del joven Alan en angustia por su futuro. La nada viene con la sombra que a medianoche aparece en su dormitorio, horroriza, alcanza, ataca, asesina. Muerto el amigo la sospecha recae en el médium, autor material que a fin de cuentas es una víctima más del poder autoritario que convierte seres autónomos en autómatas, instrumento servil dispuesto a eliminar o ser eliminado.
La próxima víctima tiene rostro de mujer. El espectro la observa cuchillo en mano, una mirada obsesiva delinea el rostro del ahora secuestrador. Huye por techos puntiagudos, colinas con arbustos negros y vegetación dentada propia de un hábitat extinto. Ante el alcance inminente decide ahorrar fuerza para salvarse. Abandona el cuerpo raptado pero más allá cae abatido por la muerte que lo reclama.

Uno de los aciertos memorables del filme es el uso de espacios habituales devenidos en aspectos significativos, el mensaje expresado en figuras, colores y sensaciones.
Porque el Caligari manipulador y dueño de la razón mantiene su estatus como director de un centro para enfermos mentales. En ella habitan almas que transitan en dimensiones remotas. El cargo designado para velar por aquellos disidentes de la cordura se ve tentado por una extraña sensación de potestad sobre el desvalido.
El archivo clínico lo confirma: Cesare era el instrumento necesario para el despertar maléfico del galeno, la utilización del ser humano para cometer actos aberrantes. Amparado en alguien catalogado - de por sí - como demente para sus fines personales. 


Caligari es la autoridad desenfrenada que glorifica el poder por el poder mismo y para lograrlo no duda en eliminar todo rastro de humanidad en su ser. Mientras el ansia se apodera de la razón, un nombre se repite y lo persigue por las oscuras calles de la ciudad hasta convencerlo de que es él, Caligari… Caligari… ¡Caligari! 
Puesto frente al cadáver del monstruo creado se ve descubierto y un repentino desvarío lo sume en la derrota. La camisa de fuerza frena sus maléficas pretensiones. Ya no hará más daño, es víctima de sus propios actos.
La idea primigenia de Janowitz y Mayer se mantuvo, empero dentro de un antes y un después que causa desconcierto al saber que todo se trataba de una historia narrada por un Franz exiliado en sus propias alucinaciones y animado tras escuchar a su compañero sobre espíritus que siempre merodean.
Junto a ellos pululan seres que han construido universos paralelos… un anciano lanza severas peroratas que nadie escucha, una mujer hace el ademán de tocar el piano mientras otra acaricia un objeto que simula ser mascota. Y entre ellos, ánimas que parecían habitar en la mente pero son reales… el joven Cesare acaricia una florecilla y la hermosa Jane sentada mira al vacío con pesar.
El espanto se desboca cuando la imagen del director es comparada con la del siniestro itinerante de ferias. Esta vez recudido Franz es observado por el especialista que al fin conoce la causa que lo angustia, ahora podrá curarlo.
Este final con carácter reivindicativo y esperanzador es distinto al carácter revolucionario y de denuncia manifiesto en el guion. Un análisis fidedigno a este y no a lo incluido nos permite conocer su naturaleza crítica en un contexto de desesperanza tras una guerra sin sentido, la sinrazón que solo engendró cadáveres. Un sentir que demanda la mirada desde las profundidades del yo hacia el ecran, proyección de un alma atormentada. La fuerza del cine alemán que comprendió la aflicción del inconsciente colectivo y con naturaleza expresionista evocó sombras inquietantes y fantasmas etéreos extrañamente iluminados. Genuina representación de tiempos olvidados.

colofón
Las experiencias afectas están basadas en el manuscrito que el propio Janowitz entregara a Sigfried Kracauer sobre el origen de la película. Esta es incluida luego en el libro  “De Caligari a Hitler: Una historia psicológica del cine alemán”, el cual postula una historia secreta que abarca las tendencias íntimas del pueblo germano.

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