16 de diciembre de 2018

¡EXPLOSIÓN DEL ROCK EN LIMA! (Expreso, abril de 1985)






Leusemia



Presentamos uno de los primeros reportes sobre la movida roquera en un diario popular como fue Expreso. Si bien el recordado periodista de espectáculos Enrique “Kike” Narro hace una presentación sucinta y una singular clasificación de las corrientes del rock, menciona a varios grupos que ya habían trazado camino en aquella época que sería significativa en la historia del rock peruano como espectáculo con potencial masivo.




¡EXPLOSIÓN DEL ROCK EN LIMA!

Más de cien cantantes y conjuntos de música moderna conquistan a la juventud



Si bien el rock se inició a nivel mundial luego de la Segunda Guerra Mundial, en nuestra patria el movimiento empezó a finales de la década del 50 e inicios de los 60 con Gustavo “Hit” Moreno y Pepe Miranda. Luego, con el devenir de los tiempos surgirían nuevas estrellas: Los Dolton’s, Los York’s y más cercanamente Black Sugar y Telegraph Avenue.
Pero alrededor de 1975 todo el rock peruano quedó silenciado por la invasión en nuestro medio del disco music. Una década ha transcurrido y nuevamente esa fiebre rockera está a punto de estallar. Existen hasta el momento más de 50 grupos que han surgido ya no como una protesta a la guerra nuclear sino por razones más locales.


ROCK SUBTERRÁNEO
En estos momentos hay un movimiento de rock nacional denominado “Rock Subterráneo” porque se encuentran marginados de los medios de comunicación de masas. Estos grupos hacen su música sin un sentido comercial y dan a conocer sus manifestaciones a través de conciertos en cines, teatros y auditorios de barrio.
Pero también existen otros grupos y cantantes que tienen acceso a los productores disqueros pero que se encuentran con el escollo de la difusión, ya que en nuestro país son contados con los dedos quienes apoyan al elemento nacional, sea en la radio o la televisión.
        De los cerca de 50 grupos de rock que hay, no todos pueden considerarse de primera magnitud pero tampoco de la última lona. Ninguno de ellos toca música en inglés. Los más conocidos son TV COLOR, FRÁGIL, HIELO, LEUCEMIA, CLÍMAX, DR. NO, PAX, FEISER, AVE. JR, FUGA, ÓXIDO y ABIOSIS.


MUCHAS CLASES DE ROCK
        No hay una tipología exacta ni rigurosa de las diversas manifestaciones rockeras, pero tomando en cuenta los diversos estilos que tocan se pueden clasificar como: rock pesado, comercial, melódico, testimonial, andino, progresivo, etc. El rock pesado, llamado también Heavy Metal, se caracteriza por la utilización de guitarras, una alta potencia de salida de sonido y las voces muy fuertes.
        El rock comercial es el que corresponde a los gustos generales de las personas sin llegar a formar temas altamente sofisticados.
        El melódico se contrapone al pesado en el sentido de que tanto voces como instrumentos se utilizan en forma suave. El andino es una variante particular porque utiliza instrumentos modernos y los mezcla con los andinos (quena, zampoña, antara, bombo, etc.). La temática ingresa en lo posible a lo andino integrándolo con lo urbano.
        El progresivo se ajusta a moldes musicales más sofisticados y extraños. Toma elementos de cada uno de los estilos.


QUIÉNES TOCAN QUÉ
        El rock pesado tiene sus cultores en PAX, ÓXIDO, y CIMIENTO. En el melódico están FUGA, HIELO, DUWETTO, TOILET PAPER, CLÍMAX, DOCTOR NO, FEISER, RIO, etc.
El andino incluye a ABIOSIS, KOTOSH, TV COLOR, etc. El progresivo tiene a TEMPORAL, POSTGUERRA, FRÁGIL, etc.
En la categoría de proletario se incluyen a TAXI y UP LAPSUS. En el comercial figuran ARTERIA, RELAX, HEAT WORK y NIEVE NEGRA.
Sin embargo, el problema principal con el que tropiezan estos grupos es en el relacionado a la implementación de equipos. En nuestro país no se apoya al elemento nacional y una de estas acciones se ve en la no importación o fabricación de instrumentos especiales. Otro asunto es el de las disqueras, pues casi ninguna apoya a los nuevos grupos, ya que las emisoras no transmiten la música de estos conjuntos porque dicen “que no gustan a la juventud”, hecho que es totalmente falso, si se tiene en cuenta el programa de Pico Ego Aguirre en Radio Miraflores.





FUENTE: Narro, Enrique. ¡Explosión del rock en Lima! (14 de abril de 1985). Diario Expreso, pp. 20-21.
  






9 de diciembre de 2018

NARCOSIS: Última dosis (SUB, 2001)






15 años han pasado desde entonces, y el contenido de la maqueta sigue aún vigente... 15 años para que las letras y manifiestos parezcan escritos para hoy... 15 años para que el sistema, el orden, el gobierno y las instituciones sigan podridos... 15 años para ni mierda.”



Así volvía NARCOSIS para ofrecer dos conciertos y presentar la reedición de su mítica “Primera Dosis” en disco compacto. Wicho, Pelo y Kachorro ofrecieron una entrevista a la revista Sub tras un auspicioso retorno a la escena rockera. La situación y su legado lo merecían. Aquí se detalla más sobre los inicios de la banda, la producción de la maqueta y el rumbo que tomó cada uno, siempre afín a lo musical.











Archivo hemerográfico de ANTENA HORRÍSONA



FUENTEGutiérrez, Fidel (2001). Narcosis: Última dosis. En: Revista Sub, (6), pp. 10-13.








16 de noviembre de 2018

NOTAS AL MARGEN EN TORNO A LA JUVENTUD (Márgenes, 1988)





Presentamos un ensayo de Jesús Mónica Feria Tinta publicado en la revista Márgenes. Para la autora, el rock subterráneo tuvo en su discurso original una intención de subvertir el orden de cosas a través de un lenguaje hardcore” expresado en las letras de las canciones de grupos como Narcosis, Autopsia, Zcuela Crrada o Sociedad de Mierda. Sin embargo, escribe, terminó neutralizado por el sistema; aunque había otra alternativa más eficaz que sí lograría un auténtico cambio. La música no era el medio idóneo para tal fin, sino los actos violentos. Este es un ensayo escrito por una simpatizante y colaboradora del PCP-Sendero Luminoso, requisitoriada en Perú por el delito de terrorismo. Esta publicación importa porque sus argumentos muestran una posición, una mirada discordante hacia formas de expresión que no compartan su proceder. El ensayo de Mónica Feria es tendencioso porque incluso manipula un extracto de la letra de ¿Qué patria es esta? del grupo Sociedad de Mierda donde se hace una crítica directa al terrorismo, al igual que algunos grupos subterráneos lo hicieron en sus canciones.  






SERES VAN
2.° Esquisse del Bestiario en La Richi

31 de enero de 1985
Fotografía: Archivo de Herbert Rodríguez



Notas al margen en torno a la juventud

Existe una tendencia generalizada a caracterizar a la juventud del Perú de hoy como a la juventud de la desesperanza y la frustración.
Hay en esta apreciación una preocupación implícita por el futuro del país que ante la falta de alternativas se debate, en opinión de algunos, entre el nihilismo, la delincuencia, la drogadicción y Sendero Luminoso1
En otras palabras, la visión de una juventud que se halla en el vacío de la desesperación.
Gonzalo Portocarrero encuentra que hay sociedades y épocas donde la fuerte estructuración social y la amplia disponibilidad de oportunidades crean condiciones muy favorables para que los jóvenes puedan plasmar una identidad sin mayores tensiones2. Ello desde mi punto de vista no sería tan así cuando constatamos que son justamente estas sociedades “desarrolladas” las que engendran la agresiva frialdad del punk y la indiferencia de los pasotas. (¿Qué otra salida le quedaba a la juventud de la generación siguiente a los hippies, si se considera lo que el sistema había hecho con sus aspiraciones?). De esta forma las contradicciones de la sociedad de consumo han llevado a un punto de crisis psicológica que podría describirse como de infelicidad en la opulencia.
En última instancia la juventud de esas sociedades no tendría ni siquiera la posibilidad de plantearse una utopía revolucionaria, constriñéndose a pequeños oasis de valores que terminan agotándose en sí mismos y conduciéndolos a la entropía.
        No es sólo pues la crisis económico-social del país lo que arrojaría como saldo un desgarramiento en los ideales de la juventud. Diría más bien que es el sistema occidental-capitalista a escala mundial el que está en crisis. Los arquetipos burgueses han fracasado y existe una búsqueda urgente de un arquetipo humano que catalice los ideales hacia un futuro liberado de esta cultura explotadora y destructiva que amputa los valores intelectuales mientras anestesia con progresos materiales; que, en la frase feliz de Durell “envenena con las humanidades y luego no les muestra ninguna”.
Enrique Bernales en una entrevista decía: “Si yo tuviese 17 o 18 años aun actualmente, no me sentiría tan seguro como me sentí cuando tenía 17 años. En esa época mi futuro ya estaba trazado. Iba a ingresar a la universidad e ingresé. Iba a terminar mis estudios y los terminé. Iba a tener un trabajo al regresar y lo tuve. Todos mis compañeros de promoción pasamos más o menos por las mismas experiencias”.3
¿Es este futuro que se desearía para el joven de hoy? Pareciera que el modelo óptimo de vida fuese la asimilación al orden establecido, al esquema pacíficamente burgués. Definitivamente no se trata de una simple rebeldía ante la carencia de oportunidades, sino del rechazo a un sistema donde las reglas de juego (la clave del éxito) consisten en saber introducirse en el individualismo competitivo, el oportunismo y lo comercial.
Una canción del grupo subterráneo “SdeM” (Sociedad de mierda) reza así: ¿Qué mal tiene el Perú?/ Si contestar no puedes tú/ Te lo diré pero recuerda/ ¡Tiene una sociedad de mierda!/ ¿Qué patria es ésta?/ Donde un ser humano es igual a un perro/ si no es explotado es desocupado/ si no es desposeído es marginado/ ¿Qué patria es ésta?/ Donde los que dicen la verdad/ los creen locos, subversivos o cojudos/ los callan, exterminan o jubilan/ ¿Qué patria es ésta?/ Donde la economía es dependencia/ donde la juventud sin futuro está/ ¿Qué patria es ésta?/ Donde la justicia nunca llega/ donde fiscal y policía roban por igual/ donde militar mata donde quiera/ ¿Qué patria es ésta?/ Donde unos hijos de puta/ vendiendo y robando/ jugaron a la conquista del Perú/ ¿Qué mal tiene el Perú?/ Si todavía no lo sabes tú/ Te lo diré pero recuerda/ ¡Tiene una sociedad de mierda!
Así la “movida” subterránea se engarza dentro de esta perspectiva contestataria. Irrumpe en la escena como un fenómeno urbano, canalizando actitudes que cuestionan valores obsoletos y tradicionales. A partir de 1983 comienza a desarrollar una voluntad indomable de expresarse a todo nivel. Su mensaje, si bien no es totalmente homogéneo, engloba desde muchos aspectos y enfoques diferentes una crítica al capitalismo, al imperialismo, a la injusticia de las actuales relaciones sociales, al poder y a su corrupción inherente, a la hipocresía.
En los orígenes hay una intención de subvertir el orden. Una juventud que ve en éste autoritarismo, consumismo, alienación, caos y decadencia. A través del lenguaje del “hardcore” se denuncia esta realidad. Allí está Narcosis con Destruir (1985): Yo voy por la calle pateando latas/ Mi mente está revuelta/ mi angustia aumenta/ levanto la mirada/ sólo hay ojos que no ven nada/ hay tata gente idiota/ que quiero mear sus caras/ Hay que destruir/ para volver a construir/ Hay mucho movimiento/ pero todo está muerto/ la gente no se da cuenta/ que camina sobre ruinas/ la ciudad se me echa encima/ Toda esta mierda me asfixia/ tengo que destruirlos antes que ellos me destruyan.
Esta actitud negativa y violenta que llevó a la satanización de la movida subterránea no es en el fondo sino parte de una práctica dialéctica que destruye para crear. Esto se filtra en algunas letras. “Excomulgados” (1986): De Comas a Villa el Salvador/ existe una urbe agonizante/ un desagüe llamado río Rímac/ Balcones, alamedas, puentes/ son asesinados por el tiempo/ el centro de la ciudad/ lleno de edificios y avenidas/ sin ningún tipo de limpieza/ marcha de obreros explotados y ambulantes por todos lados/ zonas residenciales/ donde nunca llegará la hambruna/ jardines con hermosas flores/ wiski, terciopelo, cadilac e hipocresía/ periferia de la ciudad/ pueblos jóvenes y barriadas/ con heroicos combatientes/ de esta lucha por la sobrevivencia/ forjadores de una urbe/ que está naciendo.
La fuerza de esta necesidad de destrucción tiene en un primer momento un impacto negativo, de escándalo en la opinión pública.
Recordemos el concierto del 18 de octubre de 1985 cuando después de más de dos años de trabajo semi-clandestino para crear los contactos necesarios y encender la mecha, el rock subterráneo tomó “Lima la horrible” por asalto. La agresividad, la aspereza y el aliento de ruptura se hicieron evidentes. La televisión (“la puta del sistema” como la denominarían los “Excomulgados”) se encargó de llevar a miles de hogares lo sucedido. En la Universidad de Lima hubo sesión de Consejo porque un docente de ésta formaba parte del grupo “Guerrilla Urbana” (Odio a los de tu clase/ eres sólo una pose/ te odio y te desprecio/ la mierda es tu único precio); cantaba el vocalista. Violencia y pogo4. Un grito en pleno Miraflores: “maldito perro burgués, púdrete antes que yo”.
Allí estará también Mayoría equivocada del grupo “Autopsia”: Estás parado en medio de la calle sin saber qué hacer/ Afiches y ansias confunden tu mente/ compras Coca Cola sin saber por qué/ Te vistes como tus amigos lo hacen para que ellos te acepten/ Ves Dinastía en la TV/ y tu radio es Doble Nueve/ frecuentas discotecas para que las hembras te quieran/ fumas marihuana y te armas para que no te llamen sano/ vas a la playa para estar bronceado/ Mayoría equivocada/ Mayoría alienada/ Mayoría de mierda.
Igualmente serán contundentes Sucio policía de “Narcosis”, Púdrete pituco de “SdeM” (Eres blanquito igual que tu padre/ púdrete pituco reconchatumadre), Camaleón de “Flema” (tan sólo eres un camaleón/ sin criterios ni convicción/ tan sólo eres un tornadizo huevón) o Loco Burdel de “Zcuela Crrada”.
Sin embargo, ésta presente radicalidad se tornará en pueril intransigencia a medida que el circuito comercial absorba a la movida subterránea. “Con gran éxito de público, y acaparando las expectativas de los principales medios informativos como El Comercio, La República y los canales 4 y 9 de TV, Ave Rock presentó a diferentes grupos nuevos en sus dos ataques de Rock subterráneo los días 3 y 17 de noviembre, en La Taberna de Miraflores. Todo esto fue posible gracias al apoyo y auspicio de Doble Nueve, la tienda Chicama de Diagonal en Miraflores y la compañía de Miguel Angulo, importadora de los afamados equipos de sonido ‘Peavey’ y ‘Dod’5
Disfrazarse de subterráneo se pondrá de moda: vestir de negro, usar pelos parados, parar en la nave6, ir los fines de semana a la No-Helden. El movimiento será asimilado por la sociedad contra lo que se levantó. Un elemento de este resquebrajamiento será las diferenciaciones que existirán al interior de los subterráneos. “Por una parte tienes a la gente que dispone de mayores recursos económicos frente a los que no disponen de medios para realizar sus conciertos”7. Estarán los “pitupunks” y los misios: el problema de clase subyace.
Finalmente, lo últimos intentos de “hacer las cosas en serio” se agotan. Se reducen a uno que otro fanzín. Por lo demás del rollo original sólo queda la cáscara. Su muerte en la praxis no se deberá a la incoherencia interna sino al ataque despiadado del sistema que lo termina neutralizando. Sin embargo, si bien no logra esa ruptura que sólo una revolución política podría alcanzar, habría que reconocer que estas expresiones contraculturales alimentan un estado de ánimo de insatisfacción y de búsqueda que generan fuerzas que deben ser canalizadas hacia formas de lucha más eficaces.
Pese a todo, los subterráneos subsisten aún en espacios como San Marcos. Así constatamos en esta universidad la convivencia de lo más disímil y contrapuesto: Pabellones cubiertos de pintas y consignas revolucionarias, pizarras de todas las tendencias, suciedad, olor a orines, pabellones tipo “colegio” como el nuevo pabellón de Sociales, un estadio que se puebla de parejas al anochecer, ausencia de jardines, viento, polvo, carpetas rotas, ventanas sin lunas, caos. Una pared amarilla, medio derruida, que dice arriba salvar/ ser y abajo el dibujo de una hoz y un martillo: Viva la guerra popular. Por las escalinatas de Letras, José y Miguel besándose, presencia marginal que no deja de ser significativa. Incursiones policiales, enfrentamientos, muerte. Afuera: rochabuses, quema de llantas, lacrimógenas, huelgas.
La afirmación de lo vivo que responde a la realidad de calles tugurizadas, miseria, basura, ambulantes, fealdad.
Heterogeneidad. Espacios como la rockola Susy (en San Juan) donde hay lugar para todo: sensualidad al ritmo de cumbia, chicha, rock, salsa. Los sábados y domingos empleadas del hogar, soldaditos, estudiantes de carreras cortas, subempleados, acuden en forma masiva.
Distinto será el desarrollo de la juventud en espacios de “orden”, donde se reproduce lo que devendrá en funcional al sistema8. Los sectores más radicales, aquí, serán sectores alienados con la música post-revolución triunfante de Silvio Rodríguez, para quienes el accionar se define no precisamente en formas violentas como en otros espacios. No atentará contra nada.
Esa juventud con “sensibilidad social” que viene de la pequeña burguesía naufraga como potencial revolucionario. A lo más será allí donde se alimentarán vanos intentos reformistas.
El pequeño-burgués ‘enfurecido’ por los horrores del capitalismo es un fenómeno social propio (…) de todos los países capitalistas. La inconstancia de estas veleidades revolucionarias, su esterilidad, su facilidad de cambiarse rápidamente en sumisión y apatía, en imaginaciones fantásticas, hasta en un entusiasmo ‘furioso’ por tal o cual tendencia burguesa de moda son universalmente conocidos9.
Es imposible pensar el Perú desde la seguridad, desde jardines bellamente dispuestos, desde las florecitas alabadas por El Comercio que invitan al bucolismo inofensivo. El caos en este contexto es más productivo. No estupidiza. Golpea la conciencia y no la anestesia.
El contraponer belleza/ fealdad y optar por la fealdad acusa, más que una castración de las posibilidades creadoras del hombre, una apuesta por ellas. El asumir el peso de la asimetría, de la brutalidad, de la violencia, es necesario. La idealización de la belleza, así como de la paz, resulta enajenante cuando se desarrolla como fuga personal y no como salida colectiva.
Es explicable de esta manera el malestar que translucen ciertos jóvenes. La desazón que se desprende de poemarios como La última cena (por ejemplo de estos versos de Dalmacia Ruiz: Madre violencia/ tú haces grandes cosas que nosotros no entendemos/ y aunque todos oyen tu voz/ no pueden detenerte) contrasta (situándonos en un extremo) con el ánimo de la poesía de “nuevo tipo” (“combatimos la muerte con la muerte por la vida”)
Gustavo Buntinx diría que “los temores de un sector determinado dan expresión a las esperanzas de otro10Para aquellos que insurgen bajo la consigna “la rebelión se justifica” cambiando dramáticamente la escena de los 80, la vida y la muerte cobrarían un sentido distinto.
¿Qué es lo que quiere? –dijo el teniente-, éstos muchachos son fanáticos. Catorce, quince años de edad a lo sumo. En el momento en que los fusilábamos gritaban ¡Viva el Partido Comunista del Perú!11

Pensar que esta juventud opta por Sendero basándose en la desesperación, es partir de un análisis estrecho que sólo alcanza a ver en él un escape semejante a la droga o la delincuencia. La militancia no se sustentaría en una formación ideológica y política sino más bien en una fe “fundamentalista”. Este tratamiento soslayaría que SL es un movimiento insurreccional que debe ser abordado como tal, más allá de sus prácticas acertadas o no. Evidentemente es más sencillo explicarnos el fenómeno como un extremismo inconsistente que se nutre de la desesperación colectiva. Sin embargo, esto es asidero insuficiente para entender el desarrollo de ocho años de “guerra popular”. “Hay quienes quieren ocultar y aplacar nuestra acción revolucionaria bajo el podrido manto de terrorismo, siendo que somos la revolución armada en marcha; hay quienes nos llaman ‘sendero tenebroso’ mientras pretenden perpetuar las sombras que ya retroceden ante nuestra luminosa acción guiada por el marxismo-leninismo-maoísmo12.

Por otro lado, afirmar que los jóvenes de hoy se enrolan a SL “no tienen nada que perder” sugiere que nadie que tenga algo que preservar podría estar allí. Los senderistas serían entonces una suerte de aventureros para quienes el emprendimiento del camino de la violencia no les exigiría mayores renuncias que la vida.
Estas posiciones no ayudarían a esclarecer las razones de la creciente participación de jóvenes en las filas senderistas (por ejemplo su creciente presencia en sectores universitarios), que probablemente ven allí la única posibilidad de construir un orden distinto. Esto se relaciona, en todo caso, con lo que algunos entienden como el desafío de superar revolucionariamente a Sendero Luminoso.
Todos estos alcances pretenden mostrar el panorama en toda su complejidad. Planteamientos como el de Imelda Vega Centeno (“llegar a ser y conocer el placer de ser mestizos”, es decir, un epílogo de afortunada integración nacional) pecan de ingenuos frente al reto que realmente enfrenta la juventud de hoy, porque el futuro no se presenta en términos de integración sino de polarización.
El actual régimen ha demostrado su política por la juventud con hechos claros: dos asesinatos impunemente perpetrados; edad 22, no más de 25 años en cada caso. Uno realizado en una protesta estudiantil contra la matanza de Cayara y, el otro, en vísperas del Paro Nacional del 20 de julio. En momentos en que este artículo estaba en imprenta se produjo un tercer asesinato, el 12 de octubre, el estudiante sanmarquino Hernán Pozo fue muerto por las fuerzas policiales de un disparo a la cabeza. Edad: 20 años.
La “defensa de la juventud” con campañas de “a la droga dile no” por parte del gobierno resulta carente de sentido en el marco de su política de balas.
No es sin embargo, la “desesperanza” el signo de nuestros tiempos sino una fuerza rotunda que reivindica la violencia y que persiste en creer en la revolución. La esencialidad de lo nuevo desemboca necesariamente en sus cauces.



1 Rochabrún, Guillermo. “Izquierda, democracia y crisis en el Perú”. Márgenes, Año II, No. 3, junio 1988, p. 93
2 Portocarrero, Gonzalo. “Nacionalismo peruano: entre la crisis y la posibilidad”. Márgenes, Año II, No. 3, junio 1988, p. 43.
3 Entrevista en La Voz. Lima, 27 de junio de 1988.
4 Baile punk que consiste en dar saltos y más saltos. Su creación se atribuye al que fuera cantante de Sex Pistols, el difunto Syd Vicious. En la versión criolla a los saltos se le agregan patadas y puñetes.
5 En Ave Rock. No. 3. Lima, diciembre de 1986.
6. La “nave de los prófugos” es un puesto de venta de maquetas y fanzines en la escalinata de la Villarreal, en La Colmena. Es punto de reunión de los subterráneos. El origen de su nombre se remite a un poema de Luis Hernández.
7 Palabras de Riqui Excomulgado en Esquina. Año 1, No. 2, p.56
8 La juventud de sectores burgueses carece de interés para efectos de este artículo porque se trata de una minoría que en esencia no es joven sino conservadora, es decir, viejos de 20 o 18 años empeñados en dar vuelta a la historia bajo la consigna de libertad, igualdad, fraternidad.
9 Lenin, Vladimir Ilich. La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo, Pekín, 1975, p. 16.
10 Buntinx, Gustavo. “La utopía perdida: imágenes de la revolución bajo el segundo belaundismo”. Márgenes, Año 1, No. 1, marzo de 1987, p. 82.
11 En Le Nouvel Observateur, Paris, 7 de diciembre de 1984.
12 Tomado de “Desarrollemos la Guerra de Guerrillas”, folleto firmado por el Comité Central del PCP con fecha marzo de 1982.
13 Vega Centeno, Imelda. “Ser joven y mestizo. Crisis social y crisis cultural en el Perú”. Márgenes, Año II, No. 3, junio de 1988, p. 75.




Archivo hemerográfico de ANTENA HORRÍSONA





FUENTEFeria, Mónica (1988). Notas al margen en torno a la juventud. En: Márgenes: Encuentro y debate. Año II, (4), pp. 157-165.



13 de noviembre de 2018

NARCOSIS. Cuando los rebeldes son hijos del orden (La República, 1990)





NARCOSIS en el "2.° Esquisse del Bestiario" en La Richi. 
31 de enero de 1985





Presentamos una nota periodística sobre el presente de Luis “Wicho” García y Jorge “Pelo” Madueño al inicio de la nueva década. Narcosis ya había quedado en el pasado y ambos músicos habían pasado a integrar el grupo de Miki González, oportunidad que aprovecharon en materia de producción musical. Este aprendizaje fue aplicado en otras actividades como la musicalización cinematográfica y, como la nota lo indica, producciones para la televisión. Ya sea que el calificativo de “subtes” los acompaña hasta la actualidad, lo cierto es que estos chicos nunca se quedaron atrás y decidieron aprender los oficios vinculados a la música, ya sea en el rol de asistente, intérprete, compositor, e incluso a producir grupos (Camarón Jackson, Madre Matilda, Campo de Almas, entre otros). 






Archivo hemerográfico de ANTENA HORRÍSONA






NARCOSIS
Cuando los rebeldes son hijos del orden
Antes incendiarios, hoy bomberos


“Wicho” y Jorge Madueño ingresan al mundo de la televisión comercial





Hablábamos en ediciones pasadas sobre los intérpretes de rock que destacan en terrenos afines al musical. Casos como los de Franjo Antich, productor de “jingles” publicitarios y musicalizador de obras teatrales como “El Mago” (que se estrena el sábado en el Canout de Miraflores) o Pepe Ortega en idénticas ocupaciones. Agregúemosle a estos (y a muchos otros que enumeraremos posteriormente) los de “Wicho” y Jorge Madueño.
Egresados de la misma cantera del “rock subterráneo”, vanguardistas por convicción y tercos innovadores, ambos han sido asimilados felizmente al difícil terreno de la televisión comercial.
Como ya deben saber, Madueño es el compositor del tema característico del programa infantil “Yan kem Po”. El joven baterista de sólo 22 años de edad nació musicalmente en el grupo “subte” NARCOSIS, posteriormente pasó a las filas de ERUCTO MALDONADO (recientemente desaparecido), y actualmente acompaña en las percusiones al conocido Miki González. Paralelamente presta sus servicios como músico de apoyo para diversos artistas en sus recitales. Precisamente con su hermano José Luis (tecladista) acompaña a Diego Mariscal en su temporada de retorno musical en el Satchmo de Miraflores.
“El tema de Yan Kem Po es un típico rock and roll pero en lo sucesivo pienso incluir canciones en otros ritmos como el reggae, el ska e incluso el hardcore, como para no olvidar mis raíces. Pronto estrenaré dos canciones más en el programa “Mil amigos” y “América”, señala. 
Por su parte Luis García, más conocido en el ambiente musical como “Wicho”, también debutó en NARCOSIS como vocalista. Luego como primera voz de LA BANDA AZUL y actualmente en coros y teclados para el propio Miki González.
Ha musicalizado cortos cinematográficos y es el actual responsable de los ambientes sonoros del programa periodístico “Fuego cruzado”.




FUENTE: Cuando los rebeldes son hijos del orden. (11 de julio de 1990). Diario La República, p. 10.




10 de noviembre de 2018

EL SUCIO ARTE DE LA FOTOCOPIA. Fanzines, pasquines y maquetas (VSD, 1987)








Anverso y reverso de volante "Fosa Común",
editado por Macho Cabrío (enero de 1985)

Archivo documental de Herbert Rodríguez
 




Dentro de lo que fue el rock subterráneo, los fanzines tuvieron un rol importante como medio de información de las actividades de grupos nacionales y extranjeros; y como medio de expresión de quienes lo editaban. La prensa subterránea fue muy activa en los ochenta influenciada por el “hazlo tú mismo” del punk y la aplicación de técnicas artísticas como el collage.  Publicaciones como Subterok, Kólera o Alternativa presentaban en sus páginas manifiestos, reseñas, letras canciones y entrevistas sobre lo que iba sucediendo en Lima, convirtiéndose en material de primera fuente para comprender este capítulo en la historia del rock en el Perú.











Archivo hemerográfico de ANTENA HORRÍSONA








EL SUCIO ARTE DE LA FOTOCOPIA
Fanzines, pasquines y maquetas

A veces, paradójicamente, la fotocopia puede variar sus propias condiciones técnicas y hacer de la copia una obra original. Y permite también, como veremos en esta nota, despertares artísticos y posibilidades de edición incalculables.



A medida que el ideal de progreso ha sido encarnado en la sociedad contemporánea, los emblemas más destacados de aquel, la ciencia y la tecnología, han empezado a desacreditarse con cierta velocidad. Sin embargo, todavía –y por mucho tiempo sin duda– son capaces de ejercer un poder de seducción con amplio registro.
Pasemos por ejemplo en el cómodo artilugio del fotocopiado: el tiempo que deja a nuestra disposición es más contundente que cualquier argumentación antimaquinista.
Así, estudiantes faltones pueden completar apuntes, o, eventualmente, poner a su alcance costosos libros de texto; abogados y escribanos, alimentar legajos voluminosos; diseñadores gráficos y publicistas, reemplazar los sofisticados alfabetos y símbolos transferibles; y en fin, simples mortales, facilitar los trámites y papeleos que inevitablemente deben padecer.
Pero este moderno procedimiento mágico no consiste solamente en un fácil y trivial ejemplo de la fotografía o de su más inmediata conquista: el retrato. El proceso de fotocopiado también permite alterar sus propias condiciones técnicas, intervenir en la reproducción con un fin expiatorio: hacer de la copia una obra original.



VOLUNTAD DE ARTE
Ya en los sesentas el escándalo artístico de la temporada, el pop art, enlazando arte y sociología, adelantó algunas experiencias de lo que hoy se conoce como copy art o electrografía. El pop había encontrado en la técnica del fotocopiado una manera de proponer al público espectador su participación activa.
Y es que, además de violar el principio de unicidad de la obra artística, el fotocopiado permite a cualquier usuario apoderarse de un instrumento de simple realización, hace posible un proceso de selección artificial de aquellas imágenes que escoge como presas, en un sentido reduce la importancia de la destreza manual; convierte a cada consumidor de imágenes –todos lo somos–  en un posible productor, pues manipula elementos visuales acabados, completos en sí mismos. Los aísla de su entorno e impone uno nuevo. Liquida su sentido original, y si bien no se apropia de su alma, produce una reacción química destinada a inventarla. No es importante, pues, si los elementos que toma de la realidad visual son disímiles o incluso contradictorios: obras depuradas próximas a las artes plásticas y productos gráficos de desecho como titulares de periódicos, etc., pueden ocupar armoniosamente un mismo espacio.



QUÍMICA DE LA IMAGEN
Y por cierto no son estrechos dichos límites. La variedad de modos que hacen posible participar de esta innatural (re)producción van desde la manipulación del soporte gráfico: uso de papeles de distinto color, calidad y condición (arrugado, estriado, etc.) hasta la intervención en el proceso técnico, pasando por el uso misceláneo del producto obtenido: collages con objetos, fotos o dibujos originales.
Cuatro son los puntos vulnerables que permiten regular el mecanismo de los pequeños artefactos; de las fotocopiadoras, digo: la toma directa que también puede incluir algunos objetos como corbatas, llaves y otros; la pintura al dedo o la manipulación antes de fijarse el pigmento; el bouge o deformación por movimiento; y la degeneración, esto es, el deterioro de la imagen por sucesivas copias hasta convertirse en puntos o líneas. Pequeño y poderoso arsenal al que naturalmente habría que agregar las diversas combinaciones posibles y la utilización del oneroso color.



LA BANDA DE LA FOTOCOPIA
Pero si en Europa y Estados Unidos la electrografía, a la que hay un mayor y mejor acceso, al ritmo del desarrollo tecnológico ha acentuado sus preocupaciones estéticas, aquí en el Perú, donde desde hace algunos años han venido apareciendo algunas expresiones de esta naturaleza, el énfasis ha sido puesto en el aspecto comunicativo bajo la forma de collages.
Inicialmente vinculada a ensayos de Herbert Rodríguez y otros pintores, quienes utilizaron esta técnica para la confección de catálogos de sus muestras; posteriormente fue utilizada en sueltos del mismo Rodríguez (FOSA COMÚN, El Comercio, de arte, ciencia y sociedad, entre otros), en FE DE RATAS y en fanzines y tapas de maquetas producidos por la grita del rock subterráneo limeño, con resultados vigorosos pero desiguales.
Asentada principalmente en una funcionalidad episódica y contingente, lo que no significa ausencia de valores estéticos e ideológicos necesariamente, combina las imágenes gráficas con las tipográficas al margen del sistema de significaciones simbólicas originales, reivindica la importancia del gesto: la fractura de la línea que separa el “arte” de la actitud vital.
Hechos para ser reproducidos mediante el fotocopiado mediante el fotocopiado, los fanzines, voceros de los grupos subterráneos, extienden el principio punkero a otros dominios: si cualquier oyente puede encaramarse de un salto en el escenario y coger un instrumento y tocarlo, también todo aficionado puede realizar el sueño de la autoedición, primero de revistas y luego de las portadas de las maquetas. Las hojas de Leusemia y los fanzines Alternativa subterránea, Ataque, Bloke subsicótico, Subterock, Pasajeros del horror, CTM, Núcleo y las mencionadas carátulas presentan una diagramación novedosa, artesanal y desordenada que ha inventado un espacio gráfico de transición que cumple una función utilitaria y al mismo tiempo posee valores estéticos propios.
A los trabajos de los artistas de estas publicaciones –Kike Ferreyra, Jaime Higa- se han sumado los de otros como Eduardo Tokeshi y Mariela Zevallos que en la ilustración practican una suerte de estética de la fotocopia.
Y que, en buena cuenta, amplían el campo de experimentación gráfica que descubrieron manos más bien amateurs. Sin embargo, debido a los costos, las técnicas todavía son insuficientes y el manejo de todas sus posibilidades recién comienza.






CARTA ABIERTA A LA PRENSA NACIONAL

Ha llegado el momento en el cual los hombres preocupados por el futuro de nuestra nación toda hemos de dejar por un tiempo los rencores y conceptuaciones bizantinas atrás y hemos de levantarnos de nuestras cómodas butacas para lanzar nuestro grito de protesta contra los enemigos de nuestra integridad tanto física como espiritual.
Ante una posición conformista de un gran sector de nuestra juventud, domesticada por modas… y por dioses de barro, carente de un auténtico deseo de cambio, y otro sector que sólo se limita a criticar groseramente nuestra sociedad, sin plantear alternativas, surge la presencia harto necesaria de la Gran Horda Metálica del Perú.

Nuestra ideología, si bien tuvo sus bases en tierras sajonas, es aplicable en gran medida a nuestra coyuntura social: no pedimos, exigimos que la sociedad de plástico deje ya de llenar la mente de sus hijos con basura perfumada y tercermundista o permitir que crezcan bajo modelos (carne importada o mesías leprosos) sin la fuerza suficiente para un cambio necesario; basta de temáticas fatuas y superficiales y de romanticismo enlatado, ha llegado la hora de arrancar de raíz  el putrefacto maquillaje de la sociedad reaccionaria y de iniciar el renacimiento cultural que hoy por hoy solo el metal puede originar: sin líderes, con hombres. No tenemos otro líder que el metal y su deseo de libertad y justicia, y somos tan pandilla como Cristo y sus doce apóstoles.

Atte.:
Miguel “Death”
L.E. 07749733






FUENTE: Carrasco, Sergio. El sucio arte de la fotocopia. Fanzines, pasquines y maquetas. (3 de julio de 1987). VSD, suplemento del diario La República, pp. 14-15.






29 de octubre de 2018

LA VOZ ES EL ROCK MALDITO: Crónica de los nuevos rockanroleros limeños (La República, 1985)




La República y otros diarios de la época como Cambio, El Diario y Marka publicaron informes sobre los grupos de rock que empezaban a hacerse oír con el ruido de sus guitarras y su actitud discordante ante un escenario dominado por las radios de pop-rock. El periodista Óscar Malca dedicó en este diario varios artículos sobre las primeras acciones de estos roqueros que formarían un circuito musical alternativo. En este reportaje, encarnado en el personaje de Vicente Hidalgo, Malca conversa con los integrantes de LEUSEMIAZCUELA CRRADA y NARCOSIS, quienes dan a conocer sus opiniones y expectativas ante una naciente escena que en adelante se llamaría rock subterráneo.














Archivo hemerográfico de ANTENA HORRÍSONA










LA VOZ ES
EL ROCK MALDITO:


Crónica de los nuevos rockanroleros limeños










NARCOSIS y LEUSEMIA compartiendo escenario en el 
2.° Esquisse del Bestiario en la Universidad Ricardo Palma
(31 de enero de 1985)





La reciente euforia de Rock in Rio volvió a poner al rock en el centro de la noticia. Pero no todo sucede afuera, aquí también estamos viviendo un cierto e innegable auge: podría decirse que 1984 ha sido el año del despegue del nuevo rock peruano. Y así como existen grupos musicales con un acceso más o menos fácil a los conciertos y medios de comunicación masiva, también existen – no faltaba más – los malditos de distritos pobres y se empeñan en alentar el surgimiento de un circuito musical subterráneo verdaderamente alternativo para los jóvenes de los ochenta. Aquí su palabra, en una crónica preparada por un escritor de su misma generación.







Entramos ya a 1985 y pareciera que las elecciones serán el alboroto que marcará el compás del año. Los preparativos se intensifican con la consiguiente andanada de propaganda electoral que, poco a poco, irá invadiendo el vasto latifundio icónico de los medios de comunicación de masa. Las preferencias por uno u otro candidato son tema obligado de conversación en las sobremesas familiares o reuniones de amigos. Este reportaje trata de un segmento social permanentemente aludido en discursos y programas de toda tienda política que se precie: la juventud. Esos jóvenes de los que se dice son “el futuro del país”, “la sangre nueva”, pero que en la misma persistencia que son aludidos, cuando no “representados” en alguna institución partidaria o estatal, han venido acentuando en sí mismos, generación tras generación, un creciente desarraigo en todo aquello que pudiera significar un compromiso cívico o tan siquiera una tibia identificación con el Perú oficial, caro a los políticos. Los mismos que, desde el año pasado, comienzan a dejar oír su voz en Lima a través de las manifestaciones del fenómeno social más importante surgido durante las últimas décadas sobre el planeta: el Rock.

Lo que para los jóvenes migrantes del campo a la ciudad constituye la música chicha – tampoco del todo lejana – es, para sus contemporáneos limeños, el rock. Y más aún hoy que, frente al rock comercial que propala la mayoría de radioemisoras del país, crece un activismo musical alternativo que viene de los estratos más pauperizados de la clase media. De hecho, consideran al rock como un fenómeno social-contracultural propio de las juventudes metropolitanas en la sociedad capitalista y no como una liviana moda musical, ni como una pueril bagatela que las transnacionales del mass-cult nos empujan a consumir, implica ya asumir determinada posición frente al tema. Asimismo quiero dejar en claro que en estas notas la palabra juventud excluye, deliberadamente, a su franja privilegiada y minoritaria: aquel sector cuyo papel ideal de éxito en la vida lo representa – para citar una imagen harto promocionada por la derecha – un Jaime Bayly Letts chaposo, bienvestido y hablantín.







DE DÓNDE SON LOS CANTANTES (Un poco de historia)


En la cabeza de Vicente Hidalgo todavía se hallaba fresco el recuerdo de los últimos conciertos de Leusemia – a los que todavía se sumaría Narcosis – en los que su música había desatado sucesos de toda índole. Barrios Altos, Breña, Miraflores, Rímac, Comas, Carmen de la Legua: escenarios y locales que terminaron siendo, en la mayoría de los casos, pasto de desorden. Y lo más notorio, que en cada presentación los secundaba un creciente y compacto número de fanáticos que, seguramente, acababan de descubrir las posibilidades del rock en castellano. Por fin alguien que les hablara de la relación conflictiva con una sociedad  en la que (des)aprenden a vivir diariamente.

Jóvenes callejeros que comienzan a seguir entusiasmados esas canciones como llamaradas en el aire que dibujan el sombrío destino que les aguarda al final de esa juventud que aman, y usan como el arma blanca de los acorralados. En un país de explotados, desempleados y enajenados como el nuestro, no son las únicas – ni las peores – víctimas de la angurria de las clases sociales que manejan esta enorme caja registradora en que lo han convertido.

Vicente chasquea la lengua y piensa que Leusemia y compañía lo saben, pero eso de ningún modo les quita el derecho a gritar. Pero ¿por qué el rock? ¿No es acaso una versión criolla del punk inglés? Pues el espíritu es similar, basta echar nomás un vistazo a sus canciones para comprobarlo: “Oirán tu voz”, “No más líderes No más ídolos No más héroes” “Basuras en tu mente” (Leusemia); “Sucio policía”, “Destruir” (Narcosis); “Loco burdel” (Zcuela Crrada). La parentela con la violencia generacional del punk es pues indudable. Londres, ciudad donde tuvo lugar el primer gran brote a finales de la década del setenta se vio invadida de la noche a la mañana por pandillas juveniles que empuñaban sus guitarras para cantar – mejor escupir, gritar, vociferar - la anestesiada muerte a que el sistema los estaba conduciendo.

Ello constituyó además una ruptura con quienes habían convertido el rock en una melodía refinada y complaciente: grupos como los Sex Pistols, The Clash, Gang of four, The Damned y otros, se pararon sobre los escenarios y le devolvieron al rock la fuerza y salvajismo que le era connatural. Para protestar contra el medio no era necesario ser un músico experto; bastaba con tener ganas de valerse de la música para aullar y expresar violentamente el propio descontento. William Rowe, intelectual británico estudioso de la obra de José María Arguedas, declaró hace tiempo a un suplemento local que lo de los punks era un rock proletario; y que a estas alturas el movimiento generado por ellos constituía casi la única oposición contundente a la creciente derechización de Inglaterra.

Obviamente a nuestro país llegó toda esta revuelta a través de su contorno más frívolo: la moda, ese sutil mecanismo de defensa de la sociedad de consumo con que esteriliza las manifestaciones culturales en su contra. Peinados, cortes de pelo, vestimenta y desinfectadas versiones musicales del fenómeno. Pero eso felizmente, se limitó a Miraflores y San Isidro.

De los fundadores, poco es lo que queda en Inglaterra pero el virus ha prendido fuerte en otros países europeos como Italia y España, en los que si bien ya no son punks, recogen lo esencial del movimiento y el hardcore en lo musical. En América Latina también ha tenido una recepción particular, pues el sino indeleble que ha adoptado es proletario y popular. Así en Brasil, con los grupos Cólera e Inocentes, surgidos desde las favelas de Sao Paulo y cuyo principal público y mercado se halla en esas mismas barriadas. En el Perú, a diferencia de los años setenta con el rock progresivo, el mercado subterráneo de discos recién viene creciendo. La Cachina en La Parada era un “hueco” célebre para conseguir discos importados que las disqueras nacionales no editaban. Luego vendría  esa esquina de La Colmena con la universidad Villarreal; allí se compran discos usados e importados que no suenan en la radio y que se conocen solo de oídas o por las informaciones que vienen de afuera. Otras veces alguien consigue un LP raro y luego de los primeros contactos telefónicos va cayendo gente a la casa del propietario con un cassette en blanco en la mano. Más tarde, de ese cassette se sacan copias ya con la fidelidad un tanto deteriorada, pero siempre es mejor que nada.

Es así como el punk y buena parte del rock de vanguardia que difícilmente entra a las radios limeñas – a excepción del notable programa “Radio Clash” de 99FM – se filtra en nuestro país. Incluso se puede mencionar la apertura de un local donde se puede oír dicha música, el No Helden, en la esquina de Chincha con Wilson. Sus precios no son tan elevados – hasta donde se sabe no cobran el ingreso – y sus promotores tienen en mente para un futuro cercano organizar conciertos con los nuevos grupos y llegar a fundar una disquera independiente. La gracia de este sitio reside además en que cuenta con la rockola mejor surtida de Lima, así como con videos poco conocidos.


Vicente Hidalgo sacó de un tirón la hoja del rodillo de la máquina y leyó lo último que había escrito. Vaya parrafada, se dijo. Buscó la hora en el viejo reloj encima del estante y vio con alarma que las manecillas señalaban 3 y 30 de la tarde; tenía treinta minutos para llegar al sitio en que conviniera el día anterior con la gente de Leusemia. Recogió apresurado unas cuantas hojas en blanco que yacían sobre su cama y salió de la habitación maldiciendo el cambio de hora dispuesto por las autoridades. Una vez en la calle tuvo suerte de que inmediatamente pasara el micro que lo tenía que llevar al punto de reunión. Se acomodó en un asiento y se dispuso a dormir apoyando la cabeza en la ventanilla por si había alguna anciana a pedirle el sitio.








LOS SETENTA PASARON YA O LOS MUCHACHOS DE ANTES NO USABAN MUÑEQUERA


“Pie derecho”, le dijo el cobrador cuando bajaba, y el vehículo arrancó levantando una nube de polvo. El periodista estuvo a punto de perder el equilibrio pero lo salvó una hábil maniobra hecha justo a tiempo. Murmuró algo para sus adentros y comenzó a buscar a los bichos sobre los que iba a escribir. Sacó su pañuelo y se lo pasó por el sudoroso cuello. Se preguntó si los Leusemia habrían olvidado la cita. Recordaba perfectamente que por teléfono convinieron en la esquina de la avenida Colonial con Dueñas a las cuatro de la tarde, pues por ahí quedaba el lugar donde tenían un ensayo.

De pronto divisó la inconfundible gorrita de Daniel F, guitarrista líder del grupo, que le hacía señas desde la calzada. Vicente cruzó mientras revisaba sus bolsos por si le faltaba papel o lapicero, felizmente allí encontró sus instrumentos de trabajo.

Estaba también Raúl Montañez, el otro guitarrista y Guillermo Kimba, que tocaba la batería. Una vez con ellos y luego de intercambiar bromas y saludos, se dirigieron al garaje donde ensayaban. En el camino Daniel le refirió la reciente y exitosa presentación del grupo en el coliseo de Cerro de Pasco. La gente estaba feliz con nosotros, claro que al comienzo fue un poco frío, pedían canciones de la radio; pero después que tocamos nuestros temas computaron la onda y ya no querían que nos fuésemos – contaba.

A la siguiente cuadra doblaron en la esquina y el periodista pudo distinguir una casa frente a la cual se había formado una leve aglomeración. Unos sentados en la vereda, otros parados, apoyados con un pie en la pared. “Definitivamente hay gestos que no cambian”, pensó Vicente Hidalgo; pero tuvo que abandonar a su suerte a sus deducciones, pues se acercó el cuarto integrante de Leusemia, Leo Scoria, bajista, segunda voz y también – como Daniel – compositor del grupo., aunque recalcó luego, sus temas todavía no los estaban tocando en público. ¿Y cuñao, cómo estás? se estrecharon la mano y el periodista fue informado que la bulla proveniente del garaje era de Zcuela Crrada, que había alquilado los instrumentos a medias con los leusémicos. Los jóvenes músicos pasaron de inmediato a contar lo que sucede con esto de los equipos: son caros y ninguno de los grupos de por esos lares tiene para ensayar. Así que ellos recurren a los servicios de Víctor Quiroga que se los alquila a treinta mil la hora. Pero no siempre tienen el dinero, entonces solo les queda practicar con sus instrumentos de madera e improvisar baldes y tarolas como batería, viejo y extendido recurso.

Se acerca también Kilowatt Édgar Barraza, el esmirriado cantante de Kola Rock, de Comas. Y allí están reunidos: polos negros, jeans oscuros, muñequeras de cuero con puntas de metal sobresaliendo. Algunos con casacas de drill con las mangas cortadas, la “A” anarquista en la espalda y los lados de la chaqueta hechos jirones. Ropa no ostentosamente estridente, como se suele ver en algunos distritos residenciales, sino diferente, de un modo sobrio pero enfático: ellos no quieren ser confundidos con los jóvenes apáticos e insolentes que babean detrás de las modas.

El promedio de edad de los leusémicos es de unos veintidós años. Daniel es el único que trabaja, el resto cachuelea a veces y cuando no, pica a sus viejos o hermanos mayores. Son unos vagazos, dice Raúl, que además estudia en la Villarreal. El grupo se formó en la Unidad Vecinal #3, al costado de la universidad de San Marcos. Todos ellos, a excepción de Leo, viven por esa zona. Kimba mete la cuchara para decir que ponga que al pobre Kilowatt lo han botado de la chamba. El periodista mueve la cabeza afirmativamente y toma nota. Les pregunta su opinión por las generaciones anteriores de rockeros. Nada que ver, compadre – contesta Leo. Bueno con los del setenta, así, ¡nada!- acota Raúl- eran unos recontra gansos. Velasco los asustó con eso de la “música extranjerizante” y no tuvieron las pelotas para insistir y ponerse a cantar en castellano, ¿no? Entonces los que quedaban eran los más comerciales, que sí eran apoyados por las disqueras. We all together, por ejemplo. En cambio los del sesenta sí eran buena nota, pero los primeros: Los Saicos- todos lanzan al unísono una exclamación aprobatoria – y ya un poco menos Los Yorks y El Polen. Ellos empezaron bien la nota y después vinieron los otros a cagarla con su música en inglés.

También existían otros – interviene Kilowatt Barraza-, Los Silvertones, todos tocaban en el Centro, en La Fontana, en el Embassy, en el Tabaris. Eran un montón de grupos de barrios así como este, misios. Y querían cantar en castellano, o traducían letras, como Los Yorks.

Por la calzada del frente cruzaba una señora que se apresuró en cuanto vio la aglomeración de “raros” sentados en la acera conversando. Vicente, por supuesto, se autoexcluía de tal apelativo. Alguien bromea con ellos y en seguida se pasa al tema de los grupos contemporáneos, los del ochenta, con quienes Leusemia tampoco parece llevarse demasiado bien. Conocido por todos es ya Daniel cuando presenta las canciones en público, pues se dedica a fustigar y burlarse de conjuntos publicitados, como Dr. No, Toilet Paper, Frágil… Hay quienes dicen que Leusemia tiene la lengua más larga del rock peruano. Es que ya estamos hartos de los copiones – dice Daniel – estos lo único que hacen es imitar a los grupos extranjeros y copiar temas de la radio, ni siquiera pueden cantar en su propio idioma. Es que de repente no se sienten peruanos, le contesta Vicente, pero agrega, y a Frágil por qué lo atacan, ellos cantan en castellano ¿no? Lo mismo TV Color, que también ha sido blanco de sus puyas… Mira, Frágil se demoró bastante en cantar en castellano, ellos tocaron un montón de tiempo temas de grupos como Génesis y otros de la progresiva – repone Raúl – y TV Color ha recogido gente con un pasado negro, unos que han tocado en You y grupos del setenta

Del mismo modo reconocen en ambos un tufo “argentinoide” que no se les cocina. En cambio se identifican con gente como Cimiento, Narcosis, Zcuela Crrada, Flagelo, Desorden Social, Guerrilla Urbana, Valium, Flema, Kola Rock, Fuga, Kotosh, M-10, Los Excomulgados, Autopsia, Sarita Colonia y los Desgraciados, Km-11, de Comas. Interrogados por su opinión acerca del grupo Delpueblo – en sus dos versiones – responden que les gustan sus temas más fuertes, aunque todos los que están trabajando cosas suyas, están bien, compadre. “Músicos valientes” llama Pico Ego Aguirre a los que se lanzan con temas propios.

Luego les oyó hablar con respeto de la música chicha, la cual respondía a las necesidades de otro público, dijeron. Poco conocían de un grupos arequipeño – Furia – proveniente de uno de los pueblos jóvenes de la ciudad blanca, que tocaba un rock bastante “achichado”.

Más tarde le tocó ensayar a Leusemia y el periodista los vio evolucionar en un garaje descolorido y con ropa tendida al fondo. Los instrumentos no eran, óptimos, pero digamos, servían. Después del tiempo pactado, salieron nuevamente a la vereda, esta vez con Edwin de Zcuela Crrada que debutara la semana pasada, tras escasos dos meses de práctica y de ese tiempo, tan solo en dos oportunidades, con instrumentos eléctricos. Era evidente: existía una desesperada necesidad de expresarse.







A LOS HIJOS DEL RUIDO LES ABURRE LA MÚSICA DE LOS POLÍTICOS

Cuando el sol comenzaba a declinar acordaron marcharse a casa de Daniel. Y se decidió hacer el tramo a pie; después de todo la Unidad Vecinal no quedaba tan lejos. Alguien habló de comprar una botella de ron. En el camino Vicente recordó la charla que tuviera durante el último concierto con Wicho, cantante de Narcosis – al igual que la mayoría de estos músicos desarreglosos, se resistía a dar su apellido. Narcosis había popularizado dos canciones que eran verdaderos clásicos en los conciertos: “Sucio policía” y “Destruir”. Sus letras eran más pegajosas que las de los “leusémicos” pues se les escuchaba mejor. Solo eran un trío: cantante, guitarra y batería. Tocando usualmente con equipos de muy baja calidad, era difícil la audición de la letra de las canciones; de modo que la fórmula les resultó eficaz: a pocos instrumentos la voz resaltaba mejor. A pesar de ello, Leusemia, con el doble de instrumental – todos tocan uno – lo resuelve poniendo el peso en la fuerza y el zafio talento con que ejecutan sus temas. Y cuando les toca un buen micrófono, los problemas se reducen considerablemente.

Wicho (24) le contaba que lo que sucedía con él y sus compañeros, Jorge M. (16) y Fernando Vial (20), era que a ellos lo único que les interesó siempre fue la música. Se dedicaban a hacer todo tipo de negocios para comprar y encargar los discos que les interesaban. Y al final terminaron abandonando estudios y supeditando sus ocupaciones diarias a lo central, que era por supuesto escuchar música. Hasta que de pronto se les prendió el foquito y se mandaron a buscar la manera de formar un grupo de rock. Primero, dijeron, lo mejor era aprender y tocar algún instrumento.

Y un poco así sucede con todos. La cosa viene del punk. Picado por la curiosidad, Vicente recuerda que sacó su lapicero y preguntó. Del punk – dijo Wicho – más que la etiqueta, rescatamos el espíritu. La fuerza con que se expresaban las cosas, lo que ocurría en la calle, en la vida diaria, y sin necesidad de hacerlo “bonito”.

Un grito de Kilowatt Barraza arrancó al periodista de su ensimismamiento. Habían llegado. En las escaleras del bloque de Daniel, esperaban Wili Jiménez y Riki Paredes, 19 y 18 años respectivamente.

Ambos, del autodenominado grupo “anarcomestizo” llamado Desorden Social. Vicente todavía tenía en la memoria la letra de su canción “Escupir rubios en Miraflores”; sin embargo, la pregunta sobre el punk a los de Leusemia le quedó revoloteando por la cabeza.


*****


¿El punk? Mira – dice Daniel F – para nosotros ellos le abrieron cien puertas diferentes a todo el mundo. Sacaron a los chicos de la calle, entre ellos a mí. Para esa época (78-80) no había nada, el estudio no iba con nosotros el trabajo rutinario era una joda que nos esforzábamos en evitar y ni siquiera la música que queríamos existía. Los New York Dolls e Iggy Pop & The Stooges ya mancaban. Claro, nos quedaba la droga o seguir a las bandas callejeras que se dedicaban a robar para subsistir… Hasta que conocimos el punk y copiamos su propuesta, su llamado desesperante ante un mundo que te engullía sin remedio. Vimos que había gente en quien creer, pero sin necesidad de copiar e imitarles. Así muchos comenzamos a buscar material sobre ellos, discos, revistas, declaraciones, y pronto nos tiramos a componer nuestras canciones con mayor libertad y sin los condicionamientos que te imponen los rockeros convencionales, tú sabes, eso de que “si no sabes tocar bien, mejor no toques”.

Bueno, punks o no punks, lo cierto es que estaban proscritos de varios lugares. Se dice incluso que el No Helden tiene serias reservas en invitarlos a que den un concierto en su local – y varios propietarios de equipos de sonido se negaban a alquilárselos. Sumado a ello estaban las calificaciones que su comportamiento agresivo y procaz les había colgado: “Folclóricos”, “antisociales”, trotsquistas”, y “fascistas”. Y esto último era lo que parecía pesar más. Pues las pintas que “adornaban” muchas paredes limeñas, junto a su nombre siempre aparecía una esvástica nazi, que al cabo de algún tiempo fue reemplazada por la “A” dentro de un círculo.

¿Fascistas nosotros?, ni hablar compadre, continúa Daniel.  Requetedefinitivamente, ¿no?, no somos tan estúpidos como para apoyar algo con un historial tan negro. Solo a un idiota se le ocurriría pensar que a los jóvenes de los ochenta les encanta la idea de ser amarrados a un sistema ultratotalitario. Pero insiste el periodista, ustedes tienen canciones, y no me negarán que les vacilaba usar todos esos símbolos, ¿no? Eso solo fue táctica – alega – es lo que en el grupo denominábamos “la táctica del puñetazo”, en nuestras primeras actuaciones llamábamos mucho la atención con nuestros cueros, remaches y ropa negra, hacíamos el saludo hitleriano y firmábamos con esvásticas. Era como patearles el culo a los que estaban de espaldas a los nuevos grupos y decir ¡mírame! ¡Existo!

¿Y eso a las finales no fue contraproducente? Por ejemplo, para comunicarse con otros patas que andaban en la misma onda que ustedes… Pasado el tiempo, en realidad sí, nos vetaron de muchos sitios (aún lo hacen) y hacía que desconfiaran de nosotros – reconoce el guitarrista.

Leo agrega que a Leusemia no le agrada nada de política. ¡Ah! Dice Vicente en un alarde de perspicacia, ¿vas a votar en blanco? En negro cuñao, en negro voy a votar. Todos celebraron la respuesta.


Nosotros – añade Edwin Zcuela – estamos en esto por pura necesidad de expresarnos. Y estamos en contra del sistema porque gira siempre alrededor de un grupo de poder. No somos como otros grupos oportunistas como Overkill, Toilet Paper, La Pandilla., que solo tocan porque se ha puesto de moda hacerlo.

Pero lo que sí queremos decir – interviene nuevamente Daniel – es que Leusemia y el circo de la demagogia política nacional no tienen ningún punto en común. Somos parte de una juventud que no cree ya en nada y se resiste a ser devorada por los convencionalismos hipócritas que nos pretenden anular. Creo que cada uno tiene la posibilidad de decidir y actuar sin condicionamientos en base a lo que tiene en la cabeza.

El periodista se rascó la mollera y pidió la botella que estaba circulando desde hacía unos minutos. Todos se encontraban sentados en las gradas del edificio, los vecinos parecían ya acostumbrados, pues no le daban la menor importancia al hecho de que una pequeña turba de muchachos estuviera sentado conversando, tomando u oyendo música de un tocacassette portátil que Kimba, hermano de Daniel, acababa de sacar.

Los chicos de Desorden Social cuentan que un nuevo grupo se ha formado en el colegio Melitón Carvajal; por ahí alguien se queja que Kilowatt no devuelve un cassette de U2 que le han prestado. El interpelado niega. Alguien pide la dirección del local del próximo concierto. Risas y tomaduras de pelo, lucían libres y despreocupados, ¿lo eran en realidad? Vicente recordó una vieja frase de Jimi Hendrix, guitarrista genial que se inmolara hace quince años. “Si parezco libre es porque siempre estoy corriendo”.

Preguntados por Sendero Luminoso o los Tupacamarus, manifestaron cierto respeto; pero aquel cuyo único fundamento se hallaba en que estuvieran hostigando, digamos, al mismo enemigo. Por lo demás, les resultaban tan ajenos como cualquier otro grupo político. Incluso Raúl llegó a alertar que hay candidatos que están usando eso de que son jóvenes, cuando la gente joven como nosotros nada tiene en común con ellos.

Lo que nos interesa ­- tercia Daniel – es que se llegue a formar un movimiento de jóvenes que se identifiquen con lo que nuestra música y actitudes expresan. Y así ellos mismos comiencen a hacer sus cosas; que hagan funcionar su cerebro y computen la situación en que viven, que despierten a la realidad. Leusemia es una de las pocas bandas que promueve y le da la mano a los grupos que comienzan y no están en ninguna de las argollas que tienen un padrino que los protege. Es por eso que siempre insistimos en hacer un llamado a todos los que están haciendo rock en castellano, con temas propios, a que se unan.


Sí, eso era ya una necesidad. Ahora que, lenta pero irreversiblemente, se está constituyendo todo un circuito subterráneo dentro del cual se empiezan a identificar canciones, gestos y lenguaje; y que sitúan su territorio lejos de la frivolidad de la sociedad de consumo y principal clientela: los jóvenes adinerados que, a estas alturas, poco tienen que ver con la actual fisonomía cultural del país. Y lo que es más, se trata de un circuito subterráneo que lucha por arrebatarle la hegemonía a la música comercial que propalan las radios. Quizás se deba a que los rockeros de esta generación piensan en la música como un complemento a su actitud frente a todo lo que les rodea: allí coincidieron tanto Leusemia, Narcosis, como Zcuela Crrada. Momentáneamente es un grupo que crece, porque los está descubriendo, y empieza ya a agenciarse sus propias publicaciones – Costra, Fosa Común, LuzNegra – a reconocerse en ciertas imágenes plásticas revoltosas y pendencieras. Las escenografías “portátiles” de Herbert Rodríguez han acompañado muchos de estos conciertos – y que ya asume conductas sociales que invariablemente terminan colisionando con la ideología dominante, impuesta para la conservación del orden establecido.

Mientras Leo se quejaba de que en su casa a diario lo fastidiaban porque creían que no hacía nada o, de cualquier manera, porque Leusemia era nada – su padre es un conocido cultor de la música clásica – Vicente decidió poner fin a la jornada y comenzó a despedirse de sus amigos.

Hasta el final muchos de ellos dudaban que el periodista lograra colocar el reportaje en un periódico. Les parecía un privilegio exclusivo de los músicos de “arriba” con su música correcta, positiva y siempre presentable; aunque no fuera original no tuviera la fuerza de lo auténtico: eran los que grababan y ofrecían los más publicitados conciertos, los más fotografiados y adorados por los que ellos llamaban “chiquillas con sebo en la cabeza”. Pues aunque Leusemia, como les gustaba decir, fuese la banda limeña que más alto ha llegado (5000 metros sobre el nivel del mar, en Cerro de Pasco) estaba condenada, decían, a la maledicencia de las muchedumbres ávidas de modas y palabras complacientes.

¿Y por qué les preocupa? – murmuró Vicente Hidalgo, trasponiendo las últimas paredes sucias y jardines descuidados de la Unidad Vecinal – después de todo, ya dijo alguna vez David Bowie que el rock, el verdadero rock, ha sido siempre la música del demonio.




FUENTE: Malca, Óscar. La voz es el rock maldito: Crónica de los nuevos rockanroleros limeños. (8 de febrero de 1985). VSD, suplemento del diario La República, pp. 2-6.