Un artículo sobre el rock and roll que reivindica la figura mítica de Chuck Berry y la influencia de esta música a través de generaciones.
Archivo hemerográfico de Antena Horrísona
31 años de
rock and roll
rock and roll
“El rock and roll no ha
muerto, ni morirá jamás, mientras haya un joven con ansias de expresarse; pues
vio la luz desde que el primer esclavo de color pisó tierra del norte de
América” (M.O.P.).
Es evidente que los
jóvenes aún no han conseguido su ansiada libertad, todavía están sujetos a
moldes y estereotipos que limitan y condenan su existencia a ser simples
servidores de un sistema que se muere. Se han cumplido 31 años de largo
recorrido en los que innumerables talentos quemaron sus corazones sobre los
escenarios; también fueron 31 años de negocio redondo, que engordó a los mismos
viejos que al principio se oponían a la difusión de esta música.
Ahora Lima se apresta a
resistir la “invasión” Argentina, –edición de
discos, próximos conciertos de Abuelos de la Nada, GIT, Charly García, grupos
que de representatividad juvenil no tienen nada, y forman parte del gran
negocio que se desató en el vecino país después de la guerra por Las Malvinas
en el 82; grupos que no se descuidan –claro– de utilizar connotaciones juveniles en su imagen y sonido, para bien de su empresa.
Comprender el rock and
roll en sus diversas manifestaciones es simple.
Fue por primera vez música joven para jóvenes, la misma que irrumpió en el estéril panorama del consumo de música son ideas, es –como dicen– el esplendor
salvaje en los días en que supimos que nadie podía sentarse delante de nuestras
narices, porque estábamos tratando de conseguir nuestro mundo y no el que
querían darnos. No se necesitaba entender –y menos estudiarlo– sólo bastaba
sentirlo; es así que a partir de la música negra los grupos blancos asumieron
dos marcadas posiciones: unos academicistas intentando (estudiando) sentir como
negros (Eric Clapton, John Mayall, Rolling Stones) y otros recogiendo el fresco
espíritu de libertad de los negros, sin renunciar a su realidad de blancos
(Beatles, Kinks, Sex Pistols, Lou Reed, etc.).
La historia no ha terminado,
por lo tanto… mucha agua ha corrido bajo el puente, el sistema se repuso de la
cachetada inicial, tratando de convertir en un buen negocio las apetencias
juveniles, para así controlar sus naturales reclamos. Pero como el rock and
roll nunca muere, nuevamente se ha levantado contra la decadencia, ahora en
una de sus más radicales versiones, el temido HARD-CORE, que día a día
se instala en diversas partes del mundo: España, Brasil, Argentina, USA, URSS,
Inglaterra, Yugoslavia, Italia, México y también Lima. Pero no nos ocupa ahora
escribir de ello, nos interesa, en este artículo, el pasado, y es exactamente
en mayo que se cumplieron 31 años desde que se grabara el primer disco de rock
and roll, honor que le tocó vivir precisamente a un negro, nada menos que Charles
Edward Berry o simplemente Chuck Berry.
Fue en mayo de 1955 que
Chuck Berry realizó lo que más tarde significaría el primer hit del rock and roll.
Dice la historia que por esos tiempos Berry se encontraba en Chicago con el
propósito de escuchar y ver a su ídolo Muddy Waters, es así que en el descanso
de la actuación se encontraron ambos creadores. Waters, conocedor de los
trabajos de Berry, le aconsejó ir a ver a Leonard Chess, hombre fuerte de un
sello de Chicago. Luego de la entrevista protocolar, Berry consiguió en el acto
un contrato que se firmó en presencia de Alan Freed (famoso disc jockey que
bautizó el ritmo joven). Para la grabación fueron reunidos el pianista Johnny
Johnson, el contrabajista y compositor de blues Willie Dixon, los bateros
Jasper Thomas y Jerome Green y en las maracas al no menos famoso Bo Didley.
Chuck Berry en la guitarra y canto completaba la banda.
La grabación no demandó
mucho tiempo. Se hicieron cuatro temas de los cuales MAYBELLENE salió en 15
días al mercado. Alcanzó un éxito rápido en toda la nación, llegando al puesto
cinco en los rankings, para luego vender más de un millón de placas. Este
registro se adelantó dos meses a “Rock around the clock” de Bill Haley (julio
del 55) a quien –por ser blanco– se
trataba de hacerlo aparecer como iniciador de lo que hoy nos preocupa; el
sencillo (45 rpm) salió editado con “Maybellene” en el lado A y “Wee wee hours” en
el lado B. El lado principal era un tema rapidísimo y fuerte que se
desarrollaba con gran intensidad de comienzo a fin. El atrayente título daba
pie a diferentes interpretaciones, desde pensar en un auto, una chica o una
marca de cosméticos si nos remontamos a la época.
Así fue el comienzo de la
expansión del rock and roll, pero Berry no conseguiría la aceptación total pues
no era blanco. En Norteamérica se veía “feo” tener un héroe negro, sin embargo,
no le importó, no era su meta ser “héroe” (para héroes los h…). Él sólo cantaba
a la juventud y eso le importaba.
Berry demostró que se
podía rimar música y texto, le cantó a sus contemporáneos (no sólo de su
tiempo), a los adolescentes (Little Queenie, Sweet Little Rock and Roller), a
la nostalgia de los días del colegio (School days), al mismísimo rock and roll
(Rock and Roll music, Roll over Beethoven), a los chicos del barrio (Johnny B.
Goode), y a innumerables temas. No fue una exageración cuando dijeron: “El más
grande poeta norteamericano no es Bob Dylan sino Chuck Berry” (Eric Burdon –
París 1971).
Pero además de poeta
Berry fue músico, un buen guitarrista; pueden haber pasado 31 años pero si uno
escucha los viejos temas, se puede sentir la magia de los acordes poderosos,
una sucesión de notas que a pesar del tiempo siempre tendrán vigencia para ser
asimilados por las nuevas generaciones que salen a luz con su “nueva música” …
el rock de los ’80.
Pero bueno, continuando
con la historia, a pesar de que en 1956 su “Roll over Beethoven” llegó al
puesto 29, y en 1957 “Sweet Little Sixteen” alcanzó el segundo puesto, la
suerte no acompañó a Berry. A finales de la década del 50 fue culpado injustamente
de corrupción de menores fuera de las fronteras norteamericanas. De tribunal en
tribunal, el caso no muy claro, desató una serie de sentencias de jueces
racistas, al final se le achacó una condena de dos años de prisión. Parecía que
una parte importante del rock and roll se moría, pero con el renacimiento
británico que llegó con los Beatles en los sesenta, nuevamente fue
reconocido (los Beatles grabaron varios temas de Berry). Salido de prisión
volvió con más fuerza y nos brindó “Nadine”, “You never can tell”, etc. La
juventud se volvió a rendir ante él, hizo giras por Europa, en París y Londres;
consiguió un éxito impresionante, calificándose sus presentaciones como fiestas
inolvidables. Ya en los setenta su “My ding-a-ling” se ubica en el número uno
indiscutido de USA y Gran Bretaña (otoño del 72). Era la primera vez que Berry
lograba tan grande conquista.
Charles Edward Berry
nació el 18 de octubre de 1931 en Saint Louis (Missouri). Hijo de padres
coristas de la iglesia local, se dedicó a la música muy joven.
En la escuela aprendió a
tocar la guitarra con un tal Tom Stevens. También fue aprendiz de peluquero,
intentó algo en fotografía, pero en 1952 funda su primer grupo y comienza a
tocar en bares y clubes de su natal Saint Louis. Berry conoció la gloria, el dinero,
la fama, las desgracias, pero nunca olvidó su origen, su raza y su música. En
sus declaraciones siempre se mostró lúcido y mordaz con respecto al negocio.
Al mismo tiempo sabía
reconocer a snobs que no faltaban en la escena rockanrolera. En una oportunidad,
luego de una presentación en la TV norteamericana –en donde se hiciera
acompañar por John Lennon en la segunda guitarra– un periodista le preguntó su
opinión sobre los Rolling Stones. Berry sin hacerse problemas le contestó que
no conocía ninguna banda de rock and roll con ese nombre. Este fue el hombre
que desató el virus del rock and roll, su espíritu fue el de la música joven,
que continúa en nuestra época a pesar de los negocios. Es evidente que nos
esperan días peores, pero aún así continuaremos siendo jóvenes, elegiremos al
lado de la vida porque la lucha no ha terminado. Larga vida al rock and roll.
Leuzemia descansa en paz para beneplácito de los viejos.
FUENTE: Luz Bell. 31 años de rock and roll. En: Asalto al
Cielo (10), suplemento dominical de El Nuevo Diario. 29 de junio de 1986, pp. 12-13.
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