25 de agosto de 2020

31 años de rock and roll (Asalto al Cielo, 1986)



Un artículo sobre el rock and roll que reivindica la figura mítica de Chuck Berry y la influencia de esta música a través de generaciones. 





Archivo hemerográfico de Antena Horrísona




31 años de
rock and roll


“El rock and roll no ha muerto, ni morirá jamás, mientras haya un joven con ansias de expresarse; pues vio la luz desde que el primer esclavo de color pisó tierra del norte de América” (M.O.P.).
Es evidente que los jóvenes aún no han conseguido su ansiada libertad, todavía están sujetos a moldes y estereotipos que limitan y condenan su existencia a ser simples servidores de un sistema que se muere. Se han cumplido 31 años de largo recorrido en los que innumerables talentos quemaron sus corazones sobre los escenarios; también fueron 31 años de negocio redondo, que engordó a los mismos viejos que al principio se oponían a la difusión de esta música.
Ahora Lima se apresta a resistir la “invasión” Argentina, edición de discos, próximos conciertos de Abuelos de la Nada, GIT, Charly García, grupos que de representatividad juvenil no tienen nada, y forman parte del gran negocio que se desató en el vecino país después de la guerra por Las Malvinas en el 82; grupos que no se descuidan –claro– de utilizar connotaciones juveniles en su imagen y sonido, para bien de su empresa.
Comprender el rock and roll en sus diversas manifestaciones es simple. 
Fue por primera vez música joven para jóvenes, la misma que irrumpió en el estéril panorama del consumo de música son ideas, es –como dicen– el esplendor salvaje en los días en que supimos que nadie podía sentarse delante de nuestras narices, porque estábamos tratando de conseguir nuestro mundo y no el que querían darnos. No se necesitaba entender –y menos estudiarlo– sólo bastaba sentirlo; es así que a partir de la música negra los grupos blancos asumieron dos marcadas posiciones: unos academicistas intentando (estudiando) sentir como negros (Eric Clapton, John Mayall, Rolling Stones) y otros recogiendo el fresco espíritu de libertad de los negros, sin renunciar a su realidad de blancos (Beatles, Kinks, Sex Pistols, Lou Reed, etc.).
La historia no ha terminado, por lo tanto… mucha agua ha corrido bajo el puente, el sistema se repuso de la cachetada inicial, tratando de convertir en un buen negocio las apetencias juveniles, para así controlar sus naturales reclamos. Pero como el rock and roll nunca muere, nuevamente se ha levantado contra la decadencia, ahora en una de sus más radicales versiones, el temido HARD-CORE, que día a día se instala en diversas partes del mundo: España, Brasil, Argentina, USA, URSS, Inglaterra, Yugoslavia, Italia, México y también Lima. Pero no nos ocupa ahora escribir de ello, nos interesa, en este artículo, el pasado, y es exactamente en mayo que se cumplieron 31 años desde que se grabara el primer disco de rock and roll, honor que le tocó vivir precisamente a un negro, nada menos que Charles Edward Berry o simplemente Chuck Berry.
Fue en mayo de 1955 que Chuck Berry realizó lo que más tarde significaría el primer hit del rock and roll. Dice la historia que por esos tiempos Berry se encontraba en Chicago con el propósito de escuchar y ver a su ídolo Muddy Waters, es así que en el descanso de la actuación se encontraron ambos creadores. Waters, conocedor de los trabajos de Berry, le aconsejó ir a ver a Leonard Chess, hombre fuerte de un sello de Chicago. Luego de la entrevista protocolar, Berry consiguió en el acto un contrato que se firmó en presencia de Alan Freed (famoso disc jockey que bautizó el ritmo joven). Para la grabación fueron reunidos el pianista Johnny Johnson, el contrabajista y compositor de blues Willie Dixon, los bateros Jasper Thomas y Jerome Green y en las maracas al no menos famoso Bo Didley. Chuck Berry en la guitarra y canto completaba la banda.
La grabación no demandó mucho tiempo. Se hicieron cuatro temas de los cuales MAYBELLENE salió en 15 días al mercado. Alcanzó un éxito rápido en toda la nación, llegando al puesto cinco en los rankings, para luego vender más de un millón de placas. Este registro se adelantó dos meses a “Rock around the clock” de Bill Haley (julio del 55) a quien –por ser blanco– se trataba de hacerlo aparecer como iniciador de lo que hoy nos preocupa; el sencillo (45 rpm) salió editado con “Maybellene” en el lado A y “Wee wee hours” en el lado B. El lado principal era un tema rapidísimo y fuerte que se desarrollaba con gran intensidad de comienzo a fin. El atrayente título daba pie a diferentes interpretaciones, desde pensar en un auto, una chica o una marca de cosméticos si nos remontamos a la época.
Así fue el comienzo de la expansión del rock and roll, pero Berry no conseguiría la aceptación total pues no era blanco. En Norteamérica se veía “feo” tener un héroe negro, sin embargo, no le importó, no era su meta ser “héroe” (para héroes los h…). Él sólo cantaba a la juventud y eso le importaba.
Berry demostró que se podía rimar música y texto, le cantó a sus contemporáneos (no sólo de su tiempo), a los adolescentes (Little Queenie, Sweet Little Rock and Roller), a la nostalgia de los días del colegio (School days), al mismísimo rock and roll (Rock and Roll music, Roll over Beethoven), a los chicos del barrio (Johnny B. Goode), y a innumerables temas. No fue una exageración cuando dijeron: “El más grande poeta norteamericano no es Bob Dylan sino Chuck Berry” (Eric Burdon – París 1971).
Pero además de poeta Berry fue músico, un buen guitarrista; pueden haber pasado 31 años pero si uno escucha los viejos temas, se puede sentir la magia de los acordes poderosos, una sucesión de notas que a pesar del tiempo siempre tendrán vigencia para ser asimilados por las nuevas generaciones que salen a luz con su “nueva música” … el rock de los 80.
Pero bueno, continuando con la historia, a pesar de que en 1956 su “Roll over Beethoven” llegó al puesto 29, y en 1957 “Sweet Little Sixteen” alcanzó el segundo puesto, la suerte no acompañó a Berry. A finales de la década del 50 fue culpado injustamente de corrupción de menores fuera de las fronteras norteamericanas. De tribunal en tribunal, el caso no muy claro, desató una serie de sentencias de jueces racistas, al final se le achacó una condena de dos años de prisión. Parecía que una parte importante del rock and roll se moría, pero con el renacimiento británico que llegó con los Beatles en los sesenta, nuevamente fue reconocido (los Beatles grabaron varios temas de Berry). Salido de prisión volvió con más fuerza y nos brindó “Nadine”, “You never can tell”, etc. La juventud se volvió a rendir ante él, hizo giras por Europa, en París y Londres; consiguió un éxito impresionante, calificándose sus presentaciones como fiestas inolvidables. Ya en los setenta su “My ding-a-ling” se ubica en el número uno indiscutido de USA y Gran Bretaña (otoño del 72). Era la primera vez que Berry lograba tan grande conquista.
Charles Edward Berry nació el 18 de octubre de 1931 en Saint Louis (Missouri). Hijo de padres coristas de la iglesia local, se dedicó a la música muy joven.
En la escuela aprendió a tocar la guitarra con un tal Tom Stevens. También fue aprendiz de peluquero, intentó algo en fotografía, pero en 1952 funda su primer grupo y comienza a tocar en bares y clubes de su natal Saint Louis. Berry conoció la gloria, el dinero, la fama, las desgracias, pero nunca olvidó su origen, su raza y su música. En sus declaraciones siempre se mostró lúcido y mordaz con respecto al negocio.
Al mismo tiempo sabía reconocer a snobs que no faltaban en la escena rockanrolera. En una oportunidad, luego de una presentación en la TV norteamericana –en donde se hiciera acompañar por John Lennon en la segunda guitarra– un periodista le preguntó su opinión sobre los Rolling Stones. Berry sin hacerse problemas le contestó que no conocía ninguna banda de rock and roll con ese nombre. Este fue el hombre que desató el virus del rock and roll, su espíritu fue el de la música joven, que continúa en nuestra época a pesar de los negocios. Es evidente que nos esperan días peores, pero aún así continuaremos siendo jóvenes, elegiremos al lado de la vida porque la lucha no ha terminado. Larga vida al rock and roll. Leuzemia descansa en paz para beneplácito de los viejos.





FUENTE: Luz Bell. 31 años de rock and rollEn: Asalto al Cielo (10), suplemento dominical de El Nuevo Diario. 29 de junio de 1986, pp. 12-13.

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