¿Cuáles eran las discotecas de moda en los 80? En este reportaje del suplemento VSD encontrarás o recordarás algunas que se ubicaban en distritos como Miraflores, La Molina o San Juan de Miraflores y que eran punto de reunión y baile al ritmo de música rock.
Archivo hemerográfico de Antena Horrísona
No Helden y Biz Pix, otra nota
Estos dos locales son frecuentados por los núcleos limeños amantes de la new wave y sobre todo la música post punk.
Largos gabanes negros,
raros peinados ya no tan nuevos y un ambiente con luces tenues donde solo la
música parece dirigir el movimiento ondulante y algo raro de los adoradores de
grupos como Siouxsie, New Order, The Cure, Smiths, Echo and the Bunnymen y
toda esa mancha de excelentes grupos surgidos luego de la revolución punk.
El No Helden queda en
Lima y el Biz Pix en Miraflores; no hay muchas diferencias entre la gente que
asiste a ambas, aunque en el local miraflorino no faltan los patas catalogados
como “pitupanks”, quienes según el morocho portero de la “No Helden”, son
aquellos pitucos que se disfrazan de negro para ir a la discoteca y luego
llegan a su casa y se ponen su mejor terno para ir a un quinceañero.
La entrada cuesta 110
en el Helden y 200 en el Biz y en ambos casos da derecho a ingresar y consumir
dos tragos a una pareja.
Las bebidas son
baratas, ya que los cortos (gin, ron, pisco) cuestan entre 50 y 70 intis y los
vasos de whisky, según su categoría, oscilan entre 100 y 120 intis,
El Biz se anota un
punto al exhibir una pantalla de videos, así cuando se está bailando algún tema
de Cure o Simpe Minds, allí en la pantalla ve al grupo y se tiene la
oportunidad –¿por qué no?– de ensayar sobre
la pista de baile algún movimiento de sus ídolos.
Otra de las coincidencias
entre ambas es su trato con respecto a los “metaleros” (seguidores del heavy
metal), quienes no son bien vistos en dichos locales, Los dueños afirman que no
hay discriminación y que son los mismos “metaleros” los que odian a estos
clubes, pero lo cierto es que esta mancha de mirada agresiva merodea por las
esquinas de ambos locales y algunos cuentan que en muchas oportunidades la
sangre llegó al río. Aunque por lo general en ambos centros rocanroleros se
respira un ambiente de paz.
A pesar de que ya nos están echando de las discotecas, no podemos dejar de mencionar las del centro de Lima: MK 3, Mo Kambo o Crazy Morse en donde se puede levantar a una copetinera previa invitada de cualquier cantidad de tragos. Como tampoco podemos dejar de mencionar a el Pastrami In de la avenida La Marina en Maranga, en donde los maridos que se sienten engañados por sus esposas van a buscarlas por las noches a este local que es un centro ideal para los encuentros furtivos y adúlteros: es –al estilo del viejo Tinieblas– recontra oscuro. Y sabe Dios cuántos matrimonios se habrán destruido allí.
A pesar de que ya nos están echando de las discotecas, no podemos dejar de mencionar las del centro de Lima: MK 3, Mo Kambo o Crazy Morse en donde se puede levantar a una copetinera previa invitada de cualquier cantidad de tragos. Como tampoco podemos dejar de mencionar a el Pastrami In de la avenida La Marina en Maranga, en donde los maridos que se sienten engañados por sus esposas van a buscarlas por las noches a este local que es un centro ideal para los encuentros furtivos y adúlteros: es –al estilo del viejo Tinieblas– recontra oscuro. Y sabe Dios cuántos matrimonios se habrán destruido allí.
Fuente:
Patiño, Víctor. El baile de los que cobran. En: VSD. 2 de octubre de 1987, pp. 2-4.
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