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En el libro “Alta tensión: Los
cortocircuitos del rock peruano” (Emedecé, 2002) su autor Pedro Cornejo
considera que en los años finales de la década del ochenta aparece una oleada
de nuevos grupos en medio de los dos frentes en los que parecía estar
encasillada la escena roquera: el oficial que contaba con apoyo y difusión en
los medios de comunicación, y el subterráneo con sus propios recursos. Estos
nuevos grupos se presentaban en locales de la época como El Tarot, Sasafrás, Nirvana, Parsifal, La Casona de Barranco y hasta en la concurrida la Calle de las
Pizzas. Así generaban una pequeña pero fiel legión de seguidores. Lo
interesante de estos grupos era que intentaron establecer nuevas estrategias de
producción y promoción de su material, dando primacía a la calidad de su
repertorio y al manejo de sus presentaciones, es decir, buscaban darle mayor valor
musical al oficio.
“Se fue perfilando así una escena
que se desarrollaba a caballo entre el circuito de grupos aupados por los
medios de comunicación masiva y el de los recalcitrantes grupos subtes.
Surgieron, en ese contexto, bandas oscuras como Cadena Perpetua, ácidas como
Humo Rojo, melódicas como Los Inocentes y Papaya Pop, mestizas como Cimarrones y
El Beat Sudaka, bizarras como Asesinados por su Arte, junto con otras, como
Eructo Maldonado, que inicialmente formó parte de la movida subterránea. La
mayoría de estos grupos fueron la semilla de la que saldrían muchas bandas que
se convirtieron con el paso del tiempo en pilares del rock peruano de los
noventa: Mar de Copas, La Liga del Sueño, Cementerio Club, El Aire, los
remozados G-3, etc.” 1
Estos grupos entraban a un
estudio de grabación que les garantice las condiciones técnicas para producir
sus temas. Uno de los estudios concurridos era el de Miki González.
La situación económica recordada por las medidas del gobierno conocidas como “paquetazos”
para frenar la desestabilización y una tasa inflacionaria jamás vista en la historia
del país tuvo un efecto generalizado. El sueño de llevar adelante una
incipiente industria en el sector fonográfico se desvaneció. Incluso el mismo
González que gozaba de un respaldo mediático no pudo editar un long play como formato discográfico para
su tercer álbum “Nunca les creí” que apareció en 1989 sólo en casete.
El material que aparece en este
compilatorio fue el segundo lanzamiento de la disquera Apu Records y reúne varios
registros conservados en cintas matrices. Estos grupos ya extintos fueron el verdadero
precedente de una auténtica escena
independiente que no se hacía tanto rollo en el mensaje ni apelaba a manidas fórmulas
para lograr su reconocimiento.
¿“La tercera vía”? La profesionalización musical era su visión.
¿“La tercera vía”? La profesionalización musical era su visión.
1 Cornejo, Pedro (2002). Alta tensión: Los cortocircuitos del rock peruano. Emedecé: Lima, pp.
85-86.
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