16 de noviembre de 2018

NOTAS AL MARGEN EN TORNO A LA JUVENTUD (Márgenes, 1988)





Presentamos un ensayo de Jesús Mónica Feria Tinta publicado en la revista Márgenes. Para la autora, el rock subterráneo tuvo en su discurso original una intención de subvertir el orden de cosas a través de un lenguaje hardcore” expresado en las letras de las canciones de grupos como Narcosis, Autopsia, Zcuela Crrada o Sociedad de Mierda. Sin embargo, escribe, terminó neutralizado por el sistema; aunque había otra alternativa más eficaz que sí lograría un auténtico cambio. La música no era el medio idóneo para tal fin, sino los actos violentos. Este es un ensayo escrito por una simpatizante y colaboradora del PCP-Sendero Luminoso, requisitoriada en Perú por el delito de terrorismo. Esta publicación importa porque sus argumentos muestran una posición, una mirada discordante hacia formas de expresión que no compartan su proceder. El ensayo de Mónica Feria es tendencioso porque incluso manipula un extracto de la letra de ¿Qué patria es esta? del grupo Sociedad de Mierda donde se hace una crítica directa al terrorismo, al igual que algunos grupos subterráneos lo hicieron en sus canciones.  






SERES VAN
2.° Esquisse del Bestiario en La Richi

31 de enero de 1985
Fotografía: Archivo de Herbert Rodríguez



Notas al margen en torno a la juventud

Existe una tendencia generalizada a caracterizar a la juventud del Perú de hoy como a la juventud de la desesperanza y la frustración.
Hay en esta apreciación una preocupación implícita por el futuro del país que ante la falta de alternativas se debate, en opinión de algunos, entre el nihilismo, la delincuencia, la drogadicción y Sendero Luminoso1
En otras palabras, la visión de una juventud que se halla en el vacío de la desesperación.
Gonzalo Portocarrero encuentra que hay sociedades y épocas donde la fuerte estructuración social y la amplia disponibilidad de oportunidades crean condiciones muy favorables para que los jóvenes puedan plasmar una identidad sin mayores tensiones2. Ello desde mi punto de vista no sería tan así cuando constatamos que son justamente estas sociedades “desarrolladas” las que engendran la agresiva frialdad del punk y la indiferencia de los pasotas. (¿Qué otra salida le quedaba a la juventud de la generación siguiente a los hippies, si se considera lo que el sistema había hecho con sus aspiraciones?). De esta forma las contradicciones de la sociedad de consumo han llevado a un punto de crisis psicológica que podría describirse como de infelicidad en la opulencia.
En última instancia la juventud de esas sociedades no tendría ni siquiera la posibilidad de plantearse una utopía revolucionaria, constriñéndose a pequeños oasis de valores que terminan agotándose en sí mismos y conduciéndolos a la entropía.
        No es sólo pues la crisis económico-social del país lo que arrojaría como saldo un desgarramiento en los ideales de la juventud. Diría más bien que es el sistema occidental-capitalista a escala mundial el que está en crisis. Los arquetipos burgueses han fracasado y existe una búsqueda urgente de un arquetipo humano que catalice los ideales hacia un futuro liberado de esta cultura explotadora y destructiva que amputa los valores intelectuales mientras anestesia con progresos materiales; que, en la frase feliz de Durell “envenena con las humanidades y luego no les muestra ninguna”.
Enrique Bernales en una entrevista decía: “Si yo tuviese 17 o 18 años aun actualmente, no me sentiría tan seguro como me sentí cuando tenía 17 años. En esa época mi futuro ya estaba trazado. Iba a ingresar a la universidad e ingresé. Iba a terminar mis estudios y los terminé. Iba a tener un trabajo al regresar y lo tuve. Todos mis compañeros de promoción pasamos más o menos por las mismas experiencias”.3
¿Es este futuro que se desearía para el joven de hoy? Pareciera que el modelo óptimo de vida fuese la asimilación al orden establecido, al esquema pacíficamente burgués. Definitivamente no se trata de una simple rebeldía ante la carencia de oportunidades, sino del rechazo a un sistema donde las reglas de juego (la clave del éxito) consisten en saber introducirse en el individualismo competitivo, el oportunismo y lo comercial.
Una canción del grupo subterráneo “SdeM” (Sociedad de mierda) reza así: ¿Qué mal tiene el Perú?/ Si contestar no puedes tú/ Te lo diré pero recuerda/ ¡Tiene una sociedad de mierda!/ ¿Qué patria es ésta?/ Donde un ser humano es igual a un perro/ si no es explotado es desocupado/ si no es desposeído es marginado/ ¿Qué patria es ésta?/ Donde los que dicen la verdad/ los creen locos, subversivos o cojudos/ los callan, exterminan o jubilan/ ¿Qué patria es ésta?/ Donde la economía es dependencia/ donde la juventud sin futuro está/ ¿Qué patria es ésta?/ Donde la justicia nunca llega/ donde fiscal y policía roban por igual/ donde militar mata donde quiera/ ¿Qué patria es ésta?/ Donde unos hijos de puta/ vendiendo y robando/ jugaron a la conquista del Perú/ ¿Qué mal tiene el Perú?/ Si todavía no lo sabes tú/ Te lo diré pero recuerda/ ¡Tiene una sociedad de mierda!
Así la “movida” subterránea se engarza dentro de esta perspectiva contestataria. Irrumpe en la escena como un fenómeno urbano, canalizando actitudes que cuestionan valores obsoletos y tradicionales. A partir de 1983 comienza a desarrollar una voluntad indomable de expresarse a todo nivel. Su mensaje, si bien no es totalmente homogéneo, engloba desde muchos aspectos y enfoques diferentes una crítica al capitalismo, al imperialismo, a la injusticia de las actuales relaciones sociales, al poder y a su corrupción inherente, a la hipocresía.
En los orígenes hay una intención de subvertir el orden. Una juventud que ve en éste autoritarismo, consumismo, alienación, caos y decadencia. A través del lenguaje del “hardcore” se denuncia esta realidad. Allí está Narcosis con Destruir (1985): Yo voy por la calle pateando latas/ Mi mente está revuelta/ mi angustia aumenta/ levanto la mirada/ sólo hay ojos que no ven nada/ hay tata gente idiota/ que quiero mear sus caras/ Hay que destruir/ para volver a construir/ Hay mucho movimiento/ pero todo está muerto/ la gente no se da cuenta/ que camina sobre ruinas/ la ciudad se me echa encima/ Toda esta mierda me asfixia/ tengo que destruirlos antes que ellos me destruyan.
Esta actitud negativa y violenta que llevó a la satanización de la movida subterránea no es en el fondo sino parte de una práctica dialéctica que destruye para crear. Esto se filtra en algunas letras. “Excomulgados” (1986): De Comas a Villa el Salvador/ existe una urbe agonizante/ un desagüe llamado río Rímac/ Balcones, alamedas, puentes/ son asesinados por el tiempo/ el centro de la ciudad/ lleno de edificios y avenidas/ sin ningún tipo de limpieza/ marcha de obreros explotados y ambulantes por todos lados/ zonas residenciales/ donde nunca llegará la hambruna/ jardines con hermosas flores/ wiski, terciopelo, cadilac e hipocresía/ periferia de la ciudad/ pueblos jóvenes y barriadas/ con heroicos combatientes/ de esta lucha por la sobrevivencia/ forjadores de una urbe/ que está naciendo.
La fuerza de esta necesidad de destrucción tiene en un primer momento un impacto negativo, de escándalo en la opinión pública.
Recordemos el concierto del 18 de octubre de 1985 cuando después de más de dos años de trabajo semi-clandestino para crear los contactos necesarios y encender la mecha, el rock subterráneo tomó “Lima la horrible” por asalto. La agresividad, la aspereza y el aliento de ruptura se hicieron evidentes. La televisión (“la puta del sistema” como la denominarían los “Excomulgados”) se encargó de llevar a miles de hogares lo sucedido. En la Universidad de Lima hubo sesión de Consejo porque un docente de ésta formaba parte del grupo “Guerrilla Urbana” (Odio a los de tu clase/ eres sólo una pose/ te odio y te desprecio/ la mierda es tu único precio); cantaba el vocalista. Violencia y pogo4. Un grito en pleno Miraflores: “maldito perro burgués, púdrete antes que yo”.
Allí estará también Mayoría equivocada del grupo “Autopsia”: Estás parado en medio de la calle sin saber qué hacer/ Afiches y ansias confunden tu mente/ compras Coca Cola sin saber por qué/ Te vistes como tus amigos lo hacen para que ellos te acepten/ Ves Dinastía en la TV/ y tu radio es Doble Nueve/ frecuentas discotecas para que las hembras te quieran/ fumas marihuana y te armas para que no te llamen sano/ vas a la playa para estar bronceado/ Mayoría equivocada/ Mayoría alienada/ Mayoría de mierda.
Igualmente serán contundentes Sucio policía de “Narcosis”, Púdrete pituco de “SdeM” (Eres blanquito igual que tu padre/ púdrete pituco reconchatumadre), Camaleón de “Flema” (tan sólo eres un camaleón/ sin criterios ni convicción/ tan sólo eres un tornadizo huevón) o Loco Burdel de “Zcuela Crrada”.
Sin embargo, ésta presente radicalidad se tornará en pueril intransigencia a medida que el circuito comercial absorba a la movida subterránea. “Con gran éxito de público, y acaparando las expectativas de los principales medios informativos como El Comercio, La República y los canales 4 y 9 de TV, Ave Rock presentó a diferentes grupos nuevos en sus dos ataques de Rock subterráneo los días 3 y 17 de noviembre, en La Taberna de Miraflores. Todo esto fue posible gracias al apoyo y auspicio de Doble Nueve, la tienda Chicama de Diagonal en Miraflores y la compañía de Miguel Angulo, importadora de los afamados equipos de sonido ‘Peavey’ y ‘Dod’5
Disfrazarse de subterráneo se pondrá de moda: vestir de negro, usar pelos parados, parar en la nave6, ir los fines de semana a la No-Helden. El movimiento será asimilado por la sociedad contra lo que se levantó. Un elemento de este resquebrajamiento será las diferenciaciones que existirán al interior de los subterráneos. “Por una parte tienes a la gente que dispone de mayores recursos económicos frente a los que no disponen de medios para realizar sus conciertos”7. Estarán los “pitupunks” y los misios: el problema de clase subyace.
Finalmente, lo últimos intentos de “hacer las cosas en serio” se agotan. Se reducen a uno que otro fanzín. Por lo demás del rollo original sólo queda la cáscara. Su muerte en la praxis no se deberá a la incoherencia interna sino al ataque despiadado del sistema que lo termina neutralizando. Sin embargo, si bien no logra esa ruptura que sólo una revolución política podría alcanzar, habría que reconocer que estas expresiones contraculturales alimentan un estado de ánimo de insatisfacción y de búsqueda que generan fuerzas que deben ser canalizadas hacia formas de lucha más eficaces.
Pese a todo, los subterráneos subsisten aún en espacios como San Marcos. Así constatamos en esta universidad la convivencia de lo más disímil y contrapuesto: Pabellones cubiertos de pintas y consignas revolucionarias, pizarras de todas las tendencias, suciedad, olor a orines, pabellones tipo “colegio” como el nuevo pabellón de Sociales, un estadio que se puebla de parejas al anochecer, ausencia de jardines, viento, polvo, carpetas rotas, ventanas sin lunas, caos. Una pared amarilla, medio derruida, que dice arriba salvar/ ser y abajo el dibujo de una hoz y un martillo: Viva la guerra popular. Por las escalinatas de Letras, José y Miguel besándose, presencia marginal que no deja de ser significativa. Incursiones policiales, enfrentamientos, muerte. Afuera: rochabuses, quema de llantas, lacrimógenas, huelgas.
La afirmación de lo vivo que responde a la realidad de calles tugurizadas, miseria, basura, ambulantes, fealdad.
Heterogeneidad. Espacios como la rockola Susy (en San Juan) donde hay lugar para todo: sensualidad al ritmo de cumbia, chicha, rock, salsa. Los sábados y domingos empleadas del hogar, soldaditos, estudiantes de carreras cortas, subempleados, acuden en forma masiva.
Distinto será el desarrollo de la juventud en espacios de “orden”, donde se reproduce lo que devendrá en funcional al sistema8. Los sectores más radicales, aquí, serán sectores alienados con la música post-revolución triunfante de Silvio Rodríguez, para quienes el accionar se define no precisamente en formas violentas como en otros espacios. No atentará contra nada.
Esa juventud con “sensibilidad social” que viene de la pequeña burguesía naufraga como potencial revolucionario. A lo más será allí donde se alimentarán vanos intentos reformistas.
El pequeño-burgués ‘enfurecido’ por los horrores del capitalismo es un fenómeno social propio (…) de todos los países capitalistas. La inconstancia de estas veleidades revolucionarias, su esterilidad, su facilidad de cambiarse rápidamente en sumisión y apatía, en imaginaciones fantásticas, hasta en un entusiasmo ‘furioso’ por tal o cual tendencia burguesa de moda son universalmente conocidos9.
Es imposible pensar el Perú desde la seguridad, desde jardines bellamente dispuestos, desde las florecitas alabadas por El Comercio que invitan al bucolismo inofensivo. El caos en este contexto es más productivo. No estupidiza. Golpea la conciencia y no la anestesia.
El contraponer belleza/ fealdad y optar por la fealdad acusa, más que una castración de las posibilidades creadoras del hombre, una apuesta por ellas. El asumir el peso de la asimetría, de la brutalidad, de la violencia, es necesario. La idealización de la belleza, así como de la paz, resulta enajenante cuando se desarrolla como fuga personal y no como salida colectiva.
Es explicable de esta manera el malestar que translucen ciertos jóvenes. La desazón que se desprende de poemarios como La última cena (por ejemplo de estos versos de Dalmacia Ruiz: Madre violencia/ tú haces grandes cosas que nosotros no entendemos/ y aunque todos oyen tu voz/ no pueden detenerte) contrasta (situándonos en un extremo) con el ánimo de la poesía de “nuevo tipo” (“combatimos la muerte con la muerte por la vida”)
Gustavo Buntinx diría que “los temores de un sector determinado dan expresión a las esperanzas de otro10Para aquellos que insurgen bajo la consigna “la rebelión se justifica” cambiando dramáticamente la escena de los 80, la vida y la muerte cobrarían un sentido distinto.
¿Qué es lo que quiere? –dijo el teniente-, éstos muchachos son fanáticos. Catorce, quince años de edad a lo sumo. En el momento en que los fusilábamos gritaban ¡Viva el Partido Comunista del Perú!11

Pensar que esta juventud opta por Sendero basándose en la desesperación, es partir de un análisis estrecho que sólo alcanza a ver en él un escape semejante a la droga o la delincuencia. La militancia no se sustentaría en una formación ideológica y política sino más bien en una fe “fundamentalista”. Este tratamiento soslayaría que SL es un movimiento insurreccional que debe ser abordado como tal, más allá de sus prácticas acertadas o no. Evidentemente es más sencillo explicarnos el fenómeno como un extremismo inconsistente que se nutre de la desesperación colectiva. Sin embargo, esto es asidero insuficiente para entender el desarrollo de ocho años de “guerra popular”. “Hay quienes quieren ocultar y aplacar nuestra acción revolucionaria bajo el podrido manto de terrorismo, siendo que somos la revolución armada en marcha; hay quienes nos llaman ‘sendero tenebroso’ mientras pretenden perpetuar las sombras que ya retroceden ante nuestra luminosa acción guiada por el marxismo-leninismo-maoísmo12.

Por otro lado, afirmar que los jóvenes de hoy se enrolan a SL “no tienen nada que perder” sugiere que nadie que tenga algo que preservar podría estar allí. Los senderistas serían entonces una suerte de aventureros para quienes el emprendimiento del camino de la violencia no les exigiría mayores renuncias que la vida.
Estas posiciones no ayudarían a esclarecer las razones de la creciente participación de jóvenes en las filas senderistas (por ejemplo su creciente presencia en sectores universitarios), que probablemente ven allí la única posibilidad de construir un orden distinto. Esto se relaciona, en todo caso, con lo que algunos entienden como el desafío de superar revolucionariamente a Sendero Luminoso.
Todos estos alcances pretenden mostrar el panorama en toda su complejidad. Planteamientos como el de Imelda Vega Centeno (“llegar a ser y conocer el placer de ser mestizos”, es decir, un epílogo de afortunada integración nacional) pecan de ingenuos frente al reto que realmente enfrenta la juventud de hoy, porque el futuro no se presenta en términos de integración sino de polarización.
El actual régimen ha demostrado su política por la juventud con hechos claros: dos asesinatos impunemente perpetrados; edad 22, no más de 25 años en cada caso. Uno realizado en una protesta estudiantil contra la matanza de Cayara y, el otro, en vísperas del Paro Nacional del 20 de julio. En momentos en que este artículo estaba en imprenta se produjo un tercer asesinato, el 12 de octubre, el estudiante sanmarquino Hernán Pozo fue muerto por las fuerzas policiales de un disparo a la cabeza. Edad: 20 años.
La “defensa de la juventud” con campañas de “a la droga dile no” por parte del gobierno resulta carente de sentido en el marco de su política de balas.
No es sin embargo, la “desesperanza” el signo de nuestros tiempos sino una fuerza rotunda que reivindica la violencia y que persiste en creer en la revolución. La esencialidad de lo nuevo desemboca necesariamente en sus cauces.



1 Rochabrún, Guillermo. “Izquierda, democracia y crisis en el Perú”. Márgenes, Año II, No. 3, junio 1988, p. 93
2 Portocarrero, Gonzalo. “Nacionalismo peruano: entre la crisis y la posibilidad”. Márgenes, Año II, No. 3, junio 1988, p. 43.
3 Entrevista en La Voz. Lima, 27 de junio de 1988.
4 Baile punk que consiste en dar saltos y más saltos. Su creación se atribuye al que fuera cantante de Sex Pistols, el difunto Syd Vicious. En la versión criolla a los saltos se le agregan patadas y puñetes.
5 En Ave Rock. No. 3. Lima, diciembre de 1986.
6. La “nave de los prófugos” es un puesto de venta de maquetas y fanzines en la escalinata de la Villarreal, en La Colmena. Es punto de reunión de los subterráneos. El origen de su nombre se remite a un poema de Luis Hernández.
7 Palabras de Riqui Excomulgado en Esquina. Año 1, No. 2, p.56
8 La juventud de sectores burgueses carece de interés para efectos de este artículo porque se trata de una minoría que en esencia no es joven sino conservadora, es decir, viejos de 20 o 18 años empeñados en dar vuelta a la historia bajo la consigna de libertad, igualdad, fraternidad.
9 Lenin, Vladimir Ilich. La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo, Pekín, 1975, p. 16.
10 Buntinx, Gustavo. “La utopía perdida: imágenes de la revolución bajo el segundo belaundismo”. Márgenes, Año 1, No. 1, marzo de 1987, p. 82.
11 En Le Nouvel Observateur, Paris, 7 de diciembre de 1984.
12 Tomado de “Desarrollemos la Guerra de Guerrillas”, folleto firmado por el Comité Central del PCP con fecha marzo de 1982.
13 Vega Centeno, Imelda. “Ser joven y mestizo. Crisis social y crisis cultural en el Perú”. Márgenes, Año II, No. 3, junio de 1988, p. 75.




Archivo hemerográfico de ANTENA HORRÍSONA





FUENTEFeria, Mónica (1988). Notas al margen en torno a la juventud. En: Márgenes: Encuentro y debate. Año II, (4), pp. 157-165.



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