Un sustancioso reportaje
sobre el PUNK como fenómeno musical nacido en tierras extranjeras pero de explosivo alcance en otras latitudes con una realidad propia. Pedro Cornejo y el
equipo de la revista IMAGEN PÚBLICA nos muestran a los precursores, las influencias
musicales, lo que ocurría en las escenas de Nueva York y Londres, el legado de
esta música en Latinoamérica y, por supuesto, en Perú.
Además reproducimos la
entrevista a Óscar Malca, alias Sigfrido
Letal, periodista involucrado con lo que se conoció como rock subterráneo desde
sus inicios.
Subterráneos
made in Perú
made in Perú
Sobre lo que ocurrió
por estos lares fue a entrevistar a Sigfrido Letal, director de la revista de
rock IMAGEN PÚBLICA, y que algunos observadores tendenciosos sindican como
vinculado al rock subte desde sus inicios. Óscar Malca).
¿Qué cosa fue para ti el rock subterráneo?
En primer lugar un
grito de desacuerdo con todo lo existente, contra todo lo que se presentaba
como prestigioso y establecido en el Perú. Y, en términos musicales, la posibilidad
material de hacer rock – expresarse– sin tener que estar del brazo de los
pésimos que en ese entonces hacían negocio en el país.
Pero ahora ya casi no hay conciertos y son pocos
los grupos que sobreviven…
Sí, eso era previsible.
Lo que los movilizó fue una cierta actitud intransigente; pero al acentuare las
pugnas internas y la desconfianza entre aquellos que no pertenecían a una misma
clase social, terminaron atomizándose hasta casi disolverse. Aunque en el fondo
esto no es demasiado malo, pues los más talentosos e interesados en seguir la
pelea se las están arreglando para persistir de un modo más independiente.
¿Ya serían subterráneos entonces?
Mira, no sé, el caso es
que esos músicos han salido del chongo que se armó hace un par de años y que
fue llamado “rock subterráneo”, por el mercado, el circuito suburbano, barrial,
en el que mayormente se movían; pero eso era posible cuando eran una mancha más
o menos unida y bulliciosa. Ahora, aislados unos de otros, difícilmente van a
poder reconstruir ese circuito, que para la mayoría era el único en el que les
era permitido tocar.
¿Y de verdad todos se creían el rollo?
Claro que no, porque
era una mancha demasiado heterogénea: había universitarios, payasos, poseros,
pituquitos, inconformes, políticos de esquina, desesperados, intelectuales de
barrio, enloquecidos, en fin, pero sobre todo –y estos eran mayoría– verdaderos
rockeros y gente sana, de una calidad humana a prueba de balas. Lo que los unía
no era más que el hecho de ser jóvenes y hacer la música que les gustaba.
¿Por esa heterogeneidad crees que los atacaban
tanto?
Lo principal era porque
eran pésimos músicos, y seguramente lo eran, pero a sus enemigos les faltaba
humor y sensibilidad para computarlos. De cualquier manera, las polémicas que
generaron fueron muy divertidas, e incluso quienes los atacaban terminaron
haciéndoles un favor; en realidad, es toda esa atención lo que ha permitido que
exista la posibilidad de que se haga buen rock en este país, y ese es uno de
los aportes esenciales que le debemos los rockeros peruanos a los subtes.
Fuente: Punk. El estallido que estremeció el rock. En: Suplemento Estilo del diario La República (22 de febrero de 1987), pp. 1-8.
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